Crisis ambiental: Lo que le pase a la Tierra nos pasa a nosotros
En ocasión del Día del Planeta, la OMS dio un cuadro de los vínculos del deterioro del medio ambiente con la salud humana.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
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“Si nuestro planeta fuera un paciente estaría ingresado en cuidados intensivos”, advirtió la semana pasada el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, en Nairobi ante la VI Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente (UNEA-6).
“Sus signos vitales son alarmantes”, afirmó Tedros en la apertura del segmento de alto nivel de la UNEA-6, principal organismo de toma de decisiones ambientales del mundo, ante una decena de jefes de Estado y Gobierno africanos y ministros de todo el mundo.
“Hay fiebre, y cada uno de los últimos nueve meses ha sido el más caluroso registrado” y “su capacidad pulmonar se ve comprometida con la destrucción de los bosques que absorben dióxido de carbono y producen oxígeno”, señaló el responsable de la OMS.
Tedros recordó que “muchas de las fuentes de agua de la Tierra –su elemento vital– están contaminadas” y alertó de que “lo más preocupante de todo es que su estado se está deteriorando rápidamente”.
En ese contexto, el diplomático etíope apuntó que no es de extrañar que “la salud humana esté sufriendo” cuando la salud del planeta “está en peligro”.
Como ejemplos de esa realidad, Tedros dijo que “más olas de calor contribuyen a más enfermedades cardiovasculares”, mientras que la contaminación del aire “provoca cáncer de pulmón, asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica”.
Asimismo, productos químicos como el plomo “causan discapacidad intelectual, enfermedades cardiovasculares y renales”, en tanto que la sequía y la escasez de agua “afectan a la producción de alimentos, haciendo que las dietas saludables sean menos asequibles”.
Además, el cambio climático está provocando cambios en el comportamiento, la distribución, el movimiento, el alcance y la intensidad de los mosquitos, aves y otros animales que propagan enfermedades infecciosas como el dengue y la malaria a nuevas áreas.
El comercio ilegal de vida silvestre, agregó, también aumenta el riesgo de contagio zoonótico que puede desencadenar una pandemia.
A su juicio, las causas de esta crisis son “multisectoriales”, al igual que sus impactos y así debe ser la respuesta.
“Colectivamente nos metimos en este lío. Colectivamente debemos salir de esto. Ningún país ni ninguna agencia pueden hacer esto por sí solos”, zanjó Tedros.
La UNEA-6 congregó la semana pasada en Nairobi a más de 5,000 representantes de gobiernos, la sociedad civil y el sector privado, incluidos 150 ministros y viceministros, de más de 180 países registrados para la ocasión, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA), con sede central en Nairobi.
La cumbre se centra en analizar cómo el multilateralismo puede ayudar a abordar la llamada “triple crisis planetaria”: el cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, y la contaminación y los desechos.
En esta sexta sesión desde el lanzamiento de la Asamblea en 2014, los países evalúan en al capital keniana unas 19 resoluciones que abarcan retos como detener la desertificación, contrarrestar la contaminación del aire o limitar la polución química.
Las resoluciones de la UNEA, que incluye a los 193 Estados miembros de la ONU, no son legalmente vinculantes, pero se consideran un primer paso importante en el camino hacia acuerdos ambientales globales y la formulación de políticas nacionales.