¿Por qué los países de América se llaman así?
“El nombre de nuestro continente proviene de un navegante italiano llamado Américo Vespucio”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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En una columna reciente, te hablé del interesante origen del nombre del estado de California, el cual estuvo inspirado en una novela de caballería protagonizada por mujeres guerreras que habitaban en una tierra rica en tesoros y paisajes hermosos.
Hoy quiero compartir contigo otros topónimos (nombres que adoptan los lugares geográficos), en esta ocasión relacionados con algunos países de América.
Para comenzar, el nombre de nuestro continente proviene de un navegante italiano llamado Américo Vespucio. Él fue el primero en decir algo así como: “Estas tierras que descubrió Cristóbal Colón no pertenecen a la India na’, sino que forman parte de un nuevo mundo”. A partir de ese reconocimiento, un cartógrafo alemán a cargo de dibujar, en el 1507, el primer mapa de la región, llamó a esas tierras ‘América’ en honor a nuestro amigo Vespucio. Por su parte, Colón tuvo que conformarse con el premio de consolación. En vez de tener su nombre perpetuado en el nuevo mundo y en el continente que él descubrió para los europeos, solo fue reconocido en un país de Sudamérica: Colombia.
Aquí hago un paréntesis para aclarar algo: América es el nombre de todo el continente, por lo cual ‘americano’ es el gentilicio de todos sus habitantes, no solo de los que viven en Estados Unidos. El gentilicio apropiado para los que viven en ese país es ‘estadounidenses’. Así pues, un chileno es un americano, al igual que un canadiense y un panameño. Así lo establece la Real Academia Española en su Diccionario panhispánico de dudas: “Debe evitarse el uso de ‘americano’ para referirse exclusivamente a los habitantes de Estados Unidos… No debe olvidarse que ‘América’ es el nombre de todo el continente y son americanos todos los que lo habitan”.
Volvamos a los temas toponímicos. La nación de Bolivia reconoce la vida del gran libertador, Simón Bolívar, quien luchó por la emancipación de Hispanoamérica frente al imperio español. El nombre de su país de origen, Venezuela, es un diminutivo que significa ‘pequeña Venecia’. Al principio de la conquista, los españoles quedaron maravillados por las construcciones indígenas que rodeaban el lago Maracaibo y que les recordaba la ciudad de Venecia en Italia.
Por su parte, la línea del ecuador, que divide el planeta en dos hemisferios, pasa por el medio del país sudamericano que lleva su nombre, Ecuador. Es interesante el hecho de que su capital, Quito, significa en el lenguaje indígena: ‘el ombligo del mundo’. El ombligo está en el centro del cuerpo, al igual que Quito es la ciudad del centro del planeta.
Otro origen interesante es el del nombre de Argentina. Viene del latín ‘argentum’, que significa ‘plata’. Esas tierras formaban parte de la región del Río de la Plata, donde se pensaba que abundaba ese metal precioso; de ahí su nombre.
Movámonos ahora a Centroamérica. Una de las teorías para el nombre del país de Honduras tiene que ver con las grandes profundidades de sus costas hacia el Caribe. Se dice que los primeros navegantes, al abandonarlas, exclamaron: “Líbrenos Dios de estas honduras”.
Otra costa que impresionó a Colón por su abundancia de recursos naturales y por los adornos de oro que portaban los indígenas lo fue… Costa Rica; de ahí su nombre.
Como ves, los nombres de los países suelen tener una razón de ser. No son producto de la mera casualidad, sino que detrás de ellos hay un propósito, un significado.
En futuras columnas seguiremos develando los orígenes de otros topónimos interesantes. El saberlo te podrá dar un tema de conversación durante una velada entre amigos…
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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