Cuando de cambiar vidas se trata, cada desafío alimenta la compasión por el que sufre, una misión que fundamenta la razón de ser de las organizaciones sin fines de lucro.

Pero las crisis suelen impactar a los más vulnerables, y con la llegada del COVID-19 se han exacerbado las desigualdades ya existentes en Puerto Rico: hay más personas sin hogar o sin alimentos, niños sin acceso a internet para recibir su educación, mientras hay menos voluntarios y recursos económicos para las organizaciones sin fines de lucro.

Universitarios sin hogar encuentran apoyo

Si hay alguien que ha visto el aumento en los casos de jóvenes sin hogar es Marcos Santana, director de la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico (La Red).

Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico
Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico (BrandStudio)

“Empezamos a recibir llamadas de universitarios que viven con un amigo u hospedaje, pero con la pandemia quedaron desprovistos de un hogar”, sostuvo Santana.

Como parte de la ayuda económica otorgada por la Fundación Banco Popular, La Red pudo apoyar participantes de Casa Ramón, el primer y único proyecto de vivienda para jóvenes sin hogar de entre 18 a 24 años. En este espacio, ubicado en Juncos, distintos profesionales se encargan de darle apoyo y acompañamiento a los jóvenes participantes.

Con la aportación recibida, La Red proveyó sobre 500 almuerzos a niños y jóvenes en las comunidades de Las Piñas, Hormiga, Las Cuestas y Las 400, así como en la urbanización Portales, Senderos y La Central.

Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico
Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico (BrandStudio)

“No podemos continuar de brazos cruzados ante la crisis de inseguridad alimentaria que viven las familias en Puerto Rico, que se ha puesto de manifiesto ante la emergencia del COVID-19. El acceso a alimentos es un derecho inalienable que tenemos todos los ciudadanos del país”, expresó Santana.

Comida caliente llega a personas sin hogar

El trabajo en la Fondita de Jesús se ha duplicado a raíz del COVID-19, pues no cuentan con el apoyo de sus voluntarios, que mayormente son adultos mayores con alto riesgo de contagio por el novel coronavirus, expresó su directora ejecutiva, Socorro Rivera.

Fondita de Jesús
Fondita de Jesús (BrandStudio)

Al igual que Santana, Rivera ha notado el aumento de personas sin hogar. Con los fondos que recibieron a través de la Fundación Banco Popular, han emprendido diversas iniciativas, que van desde la compra de alimentos y materiales de higiene y protección; la realización de pruebas de COVID-19 para el beneficio de sus empleados y el de los participantes que no cuentan con un plan médico; y proveer apartamentos a participantes para minimizar el contagio del novel coronavirus en las calles de Puerto Rico.

“También estamos ayudando a otras organizaciones, haciendo 100 almuerzos para que Iniciativa Comunitaria les dé comida caliente a personas que viven en la calle”, sostuvo Rivera, quien lleva 35 años brindando servicios a personas sin hogar.

Subsidios de renta para los que lo necesitan

Sin fondos es imposible operar, y más cuando los gastos incrementan. Con el cierre del gobierno local y federal, se detuvieron los reembolsos de fondos a la Coordinadora Moriviví, que agrupa a organizaciones que proveen servicios a personas sin hogar, como albergues y alternativas de viviendas transitorias, entre otras.

Perder la agilidad en reubicar a más personas sin hogar bajo techos seguros no era una alternativa. Por tanto, los fondos provistos por la Fundación Banco Popular facilitaron ubicar en vivienda entre 40 y 50 individuos o familias sin hogar de manera simultánea, en lo que los reembolsos se habilitan.

Asimismo, se realizaron pruebas de COVID-19 y se ofrecieron orientaciones para educar a esta población sobre cómo deben protegerse para evitar los contagios, explicó Ramfis Pérez, presidente de la Junta de Directores de Coordinadora Moriviví.

Proveen herramientas para estudiantes

Dar clases a distancia fue un reto tanto para los maestros que no estaban preparados para hacerlo, como para los estudiantes que no contaban con el equipo. Por esa razón, como parte de su labor de apoyo a las escuelas públicas Montessori, el Instituto Nueva Escuela buscó alternativas –adquisición de impresoras, aparatos tecnológicos e internet– para continuar ofreciendo sus servicios de capacitación, acompañamiento y educación pública a través de las plataformas digitales durante la pandemia.

“Esta aportación de la Fundación Banco Popular también nos va a ayudar a crear unas plataformas de internet para dar servicios a nivel socioemocional a la familia, como yogaterapia, grupos de apoyo y terapia psicológica”, indicó Sheila Cruz, directora de Relaciones de la Comunidad del Instituto Nueva Escuela. Esta iniciativa surge para dar apoyo emocional tanto a los maestros como a los estudiantes que viven una situación sin precedente.

Módulos académicos llegan a los hogares

Al igual que el Instituto Nueva Escuela, Michael Fernández estaba consciente de que había que atemperar y dar continuidad a los servicios educativos ante la realidad de muchos estudiantes. El director ejecutivo de Caras con Causa no tuvo otra opción que asumir la responsabilidad de que los alumnos no perdieran el semestre por no tener las herramientas necesarias.

Con el donativo de la Fundación Banco Popular, Caras con Causa se dio a la tarea de crear módulos impresos y repartirlos por correo para que llegaran a las casas de más de 380 estudiantes, posteriormente asegurándose que fueran evaluados por los maestros.

Asimismo, les entregaron materiales para que los estudiantes hicieran manualidades atadas al contexto académico y también a la situación emocional.

Ciertamente, estas aportaciones llegaron a tiempo. Hoy día, se alimentan a más puertorriqueños, los niños y niñas pasaron de grado, y más personas duermen bajo un techo seguro.