Cuándo tienes alguna inquietud sobre temas relacionados a la salud, ¿a quién acudes? ¿Hablas con tus amigos? ¿Preguntas en las redes sociales? ¿Visitas o llamas a tu médico primario? ¿Consultas a Dr. Google?

Es importante aclarar tus dudas de la mejor manera posible y el acceso a la información ha probado ser una de las puntas de lanza para atacar el desconocimiento y la desinformación que, en ocasiones, puede hacer la diferencia, incluso entre la vida y la muerte. Así de seria resulta la acción de informarte sobre cualquier asunto antes de tomar cualquier decisión.

Con la emergencia ocasionada por el COVID-19, el acceso a la información ha permitido establecer políticas públicas puntuales para disminuir las olas de contagio y establecer estrategias de prevención y tratamiento. Lo mismo ha ocurrido —y ocurre— con otras enfermedades y condiciones de salud. La realidad es que según avanzan las tecnologías, cambian los algoritmos y se amplía el intercambio global de información, hay más acceso a esta, lo que ayuda a tomar decisiones no solo en el tema de la salud, sino también en otros aspectos de la vida. Puerto Rico no es la excepción a esta tendencia, ya que la internet y el uso de las redes sociales están bastante generalizados.

Sobre este particular, en el artículo “Redes sociales como fuentes de información sobre salud”, publicado el 2019 en la revista Práctica Familiar Rural, el doctor Iván de la Cruz Cuebas, catedrático auxiliar de la Escuela de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico, revela los resultados de una encuesta sobre este tema realizada a una muestra de 250 personas entre los 18 y los 64 años.

Según cita la publicación, “los ciudadanos encuestados demostraron utilizar fuentes de información de Internet para propósitos de salud, con énfasis en las páginas web versus los medios sociales. Los médicos aparecen en segundo lugar cuando piensan en las primeras opciones para información de salud”, aunque se aclara que estos no están disponibles 24/7, por lo que se accede a otro tipo de información. En este aspecto, los encuestados mencionaron en primer lugar las páginas web, seguidas de los medios sociales y luego de otros tipos de sitios web.

“Las páginas de Internet más mencionadas son el buscador de Google, WebMD y Medline o Medline Plus, en orden de importancia, aunque se nombran muchas otras. En cuanto a las redes sociales, se mencionan principalmente: Facebook, Instagram, YouTube, Twitter y Snapchat, en orden de importancia”, destaca el estudio.

Sin embargo, no siempre la información a la que se accede será veraz y responsable. ¿Cómo puedes notar la diferencia entre un contenido de salud veraz de uno cuestionable o falso? ¿A qué debes estar atento?

¿Qué buscar?

MedlinePlus, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, adscrita a los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, en inglés) ofrece las siguientes recomendaciones:

  • Busca los sitios web de instituciones médicas reconocidas. Esto incluye los sitios web de las escuelas de medicina, de las organizaciones profesionales de la salud y de los hospitales, ya que suelen ofrecer contenido de salud en línea.
  • En las direcciones URL, busca las que terminan en “.gov”, “.edu” o “.org”. Una dirección que termina en “.gov” significa que el sitio es administrado por una agencia gubernamental. Una dirección que termina en “.edu” indica que se trata de una institución educativa y una dirección con “.org” a menudo quiere decir que una organización profesional administra el sitio. Una dirección con terminación “.com” significa que una compañía con fines de lucro administra ese sitio. En este caso, aunque puede contener buena información, debes asegurarte de que las fuentes que utiliza y el manejo de estas sean serios.
  • Averigua quién escribió o revisó el contenido. Identifica si el contenido fue aprobado por médicos, personal de salud certificado o con licencia. Si es escrito por un periodista u otra persona, verifica que cite fuentes como las descritas.
  • El contenido más confiable se basa en estudios científicos serios. Las publicaciones profesionales son buenas referencias. Estas incluyen el Journal of the American Medical Association (JAMA) y el New England Journal of Medicine, entre otras.
  • Verifica que la información de contacto del sitio web esté visible y que incluya información como: número telefónico, correo electrónico o en una dirección postal.
  • Puede que en algunos de los sitios encuentres contenido patrocinado. Asegúrate de que se identifique ese contenido como tal.
  • Sin importar dónde encuentres la información, revisa qué tan viejo es el contenido. Es recomendable que no tenga más de 2 a 3 años.
  • Ten cuidado con las salas de chat y grupos de discusión. El contenido en estos foros normalmente no es revisado ni regulado.
  • No uses un solo sitio web de referencia. Compara la información que encuentres.

Debido a que hay todo tipo de información sobre salud en las redes y no toda es exacta, el Instituto Nacional de Salud Complementaria e Integrativa (NCCIH, en inglés), también adscrito a los NIH destaca la necesidad de evaluarla sobre todo si:

  • Vende algo.
  • Presenta información desactualizada.
  • Destaca en forma excesiva las bondades de un producto.
  • Es patrocinada por una organización cuyos objetivos difieren de los tuyos.
  • En las redes sociales, ¿es una cuenta auténtica? Algunas, como Twitter, Facebook e Instagram, utilizan insignias para indicar que la cuenta es verificada.

Las preguntas que te tienes que hacer

  • Quién. ¿Quién administra el sitio? ¿Es confiable?
  • Qué. ¿Qué dice el sitio? ¿Suena demasiado bueno para ser real?
  • Cuándo. ¿Cuándo se publicó o revisó la información? ¿Está actualizada?
  • Dónde. ¿De dónde proviene la información? ¿Se basa en la investigación científica?
  • Por qué. ¿Por qué existe el sitio? ¿Tiene como propósito vender algo?

Finalmente, el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, en inglés) aconseja que si algún sitio web pide tu información personal para acceder al contenido, no la ofrezcas hasta tanto no te cerciores de las políticas de privacidad de información del usuario y cómo se almacena esta.