La conversión al evangelio del exbaloncelista Carlos Escalera no fue precedida de un momento dramático, de esos que estremecen las fibras más íntimas de cualquier persona. 

Al contrario, fue una experiencia gradual en la cual el exjugador del Baloncesto Superior Nacional (BSN) se dio cuenta que le faltaba algo a su vida.

“Mi conversión al evangelio se dio poco a poco. El Señor fue llevándome por diferentes caminos y a través de procesos en los cuales yo sentí ese llamado dentro de mí de que me faltaba algo. Cuando reconocí eso, me di cuenta que lo que me hacía falta era la presencia del Señor. Y hasta el sol de hoy”, recordó.

Escalera, quien estuvo activo durante 17 temporadas en el BSN y militó con los Tiburones de Aguadilla, Indios de Mayagüez, Maratonistas de Coamo, Vaqueros de Bayamón, Mets de Guaynabo y Capitanes de Arecibo, agregó que la primera persona que le habló de Dios de una manera más personal fue un guardia de seguridad que trabajaba en el complejo de apartamentos en el cual residía y que conoció hace unos 10 a 15 años.

“Esa persona me marcó con la palabra de Dios y creó esa inquietud en mí, sembró esa semilla. De ahí en adelante seguí buscando y buscando hasta que caigo en los pies del Señor”, declaró Escalera, quien antes de su conversión solía acudir a lugares donde se consumían drogas y alcohol.

“Ya no tengo contacto con esa persona, pero lo recuerdo con mucho cariño porque sé lo que hizo en mi vida”, dijo.

A raíz de su conversión, Escalera se ha mantenido perseverando en la iglesia. Empero, reconoce que ha tenido momentos de duda.

“Esto no es un camino fácil. Toda persona recibe tentaciones. El mismo Jesucristo fue tentado. Como todos, he tenido mis altas y bajas, pero esto es normal porque esto es un camino. Una vez empiezas a caminar y cultivas tu relación con el Señor, se le hace a uno más fácil”, confesó.

De su vida anterior, Escalera, de 39 años, apuntó que sólo extraña sus días como jugador del BSN y la camaradería entre los compañeros de equipo. De la misma forma, manifestó que nunca se ha sentido rechazado por sus firmes creencias religiosas.

Ahora, acude a la Iglesia Pentecostal MI de Villa Fontana, Carolina, donde ofrece su testimonio. 

También se desempeña como asesor financiero y como entrenador de baloncesto en el club del Colegio de Ingenieros y en el Colegio San Antonio en Río Piedras.

De esta faceta de técnico, aprecia el poder guiar a los jóvenes en el deporte y en el ámbito espiritual.

“Aparte de la cosa deportiva, la función de un buen coach es ayudar a esos jóvenes a que crezcan como hombres de bien y que sepan qué es lo correcto y lo que no lo es. Es mucho más que enseñarles un deporte”, concluyó.