Roberto Alomar le tiene un regalo inmortal a don Justino ‘Matino’ Clemente, uno de los hermanos del astro boricua.

Fue quien puso bajo su ala a ‘Momen’, como le llamaban a Roberto de joven. Y es quien guarda celosamente cuánto recuerdo inédito hay de quien se convertiría eventualmente en el inmortal número 21.

Pero a sus casi 90 años, don Matino, quien sabe todo sobre el atleta más recordado de Puerto Rico, nunca ha llegado al lugar en donde está inmortalizada la historia peloteril de Roberto en las Grandes Ligas con los Piratas de Pittsburgh: el Salón de la Fama de Béisbol de Cooperstown en Nueva York.

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Y don Matino, quien por timidez nunca había dicho que lo llevaran hasta allá, según cuentan sus hijas, podría llegar hasta Cooperstown el año que viene “con el favor de Dios” y con el hall of famer Alomar ya comprometido para servirle de guía desde Puerto Rico.

“Nunca ha ido. Y espero en Dios que, si el año que viene podemos, le dije que le voy a hacer el regalito”, dijo Alomar a Primera Hora.

Allí, en Cooperstown, don Matino verá por primera vez no una, sino las dos placas de inmortal que recuerdan a Roberto. Verá, como bono, recuerdos de peloteros que seguramente también admiró porque jugaron en la época de Momen. Seguramente, historiadores del béisbol se interesarán por conocerlo y por sus cuentos criollos sobre el jardinero de San Antón.

Alomar se comprometió con llevarlo a Cooperstown luego de visitarle para conocerlo recientemente. En una visita coordinada por el historiador Jossie Alvarado, Alomar fue a la residencia de don Matino porque éste nunca había podido conocer al pelotero que más le hizo recordar a su hermano sobre un diamante por la forma y manera en que jugaba. 

Irónicamente, don Matino siempre calló sus deseos de llegar a Cooperstown, pero no los de conocer a Alomar. Y ese encuentro ocurrió hace dos semanas y, además de culminar con el compromiso de Alomar de llevarlo a Cooperstown, sirvió para que don Matino se sincerara con quien tiene el nombre de su hermano y quien usaba en su uniforme el número 21 a la inversa. Alomar quedó en una pieza con el encuentro.

“Eso fue algo impresionante. Estaban sus hijas, esposa. No sabía que Clemente tenía un hermano. Me dio un abrazo y me trató como en casa. Me hizo historias de Clemente, a quien yo, que nunca conocí a Clemente, admiro más ahora”, indicó Alomar.

Parecido a Clemente

“Me dijo, casi al final de la visita, que yo, después de su hermano, era su pelotero favorito. Que me vio jugar, que me vio hacer las jugadas que hacía. Me dijo que, cuando me veía correr, tirar, batear, veía a Clemente. Que teníamos apariencia en la forma en que jugábamos la pelota. Yo le respondí que la pena mía fue que nunca vi a Clemente jugar, y él me dijo: “pero yo sí te vi y te parecías a mi hermano jugar”, continuó narrando Alomar.

“Yo me quedaba callado, escuchándolo por dos horas”.

Como si fuera poco, para agregar fantasía a lo maravilloso del encuentro, Alomar contó que la visita ocurrió el ‘21’ de agosto y que puso su firma en la página ‘21’ del libro de registro que don Matino tiene en la entrada de su casa para que la visitas hagan constar su entrada. “Fue como si Clemente estuviera allí”, dijo Alomar.

Matino posó junto a sus hijas Janet (izquierda) y Judy (derecha), así como su esposa, Carmen Santana.  (Suministrada / Jossie Alvarado)
Matino posó junto a sus hijas Janet (izquierda) y Judy (derecha), así como su esposa, Carmen Santana. (Suministrada / Jossie Alvarado)

(Vídeo suministrado por Jossie Alvarado)