No comparten el mismo apellido, pero Luis Espada y José Pedraza conservan una relación tan estrecha que se estiman como padre e hijo.

Pedraza apenas tenía 9 años y sus progenitores estaban divorciados. Su papá (José Pedraza) residía en los Estados Unidos cuando su madre, Maribel Hernández, se hizo cargo de la familia en Puerto Rico.

Ella hacía lo posible por mantener una vida tradicional dentro de las rutinas diarias, particularmente, dándole seguimiento a los intereses deportivos del niño.

“Nos conocimos a través del deporte y aparentemente eso estaba previsto. Mis hijos y José tenían más o menos la misma edad y practicaban atletismo. Cuando comencé a llevar a mis hijos a la pista, la mamá de José también lo llevaba para correr. Ese fue el eslabón que unió nuestras vidas hasta el sol de hoy”, relató Espada a Primera Hora.

Pedraza no sentía recelos hacia el interés de  Espada de establecer una relación con su madre, pues no existía una relación con su padre biológico.

“Era muy poca la comunicación con mi papá. Me relacionaba más con mi abuela y mi tía paterna”, recordó Pedraza.

“Desde temprana edad veía el interés de Espada hacia mi madre y cómo nos trataba. Como un niño al fin, no veía las cosas como adulto. Cuando se fue formando la relación más íntima entre ellos, me fui compenetrando con los hijos de él. Nos juntamos muy bien. Al principio hicimos una bonita amistad y, luego, una familia”, agregó.

Espada llenó el espacio vacío de una figura paternal de manera espontánea.

“Eso se hace desde la perspectiva del amor, no por algo a cambio. Quizás en ese momento, ellos necesitaban de esa figura mientras yo también necesitaba las figuras de unos hijos porque estaba separado. Uno a otro se fue complementando. Ellos tomaron la decisión de verme como padre y los veía como mis hijos. Surgió algo bien natural”, sostuvo.

Pedraza, de hecho, rechaza el calificativo de padrastro cuando se refiere a quien también es su entrenador.

“A donde sea que voy, siempre aclaro que no es Pedraza y su padrastro, es Pedraza y su papá”, insistió. “A pesar de que lo siento como mi padre, me quedé con decirle Espada. La  gente que nos conoce en Cidra, se refiere a él como mi papá”.

Atravesaste por una infancia complicada por la separación de tus papás, ¿dónde estarían hoy si no fuera por Luis?

“Antes de ser boxeador era corredor de pista y campo. Me gustan los deportes y desde niño los practico. A lo mejor estaría corriendo. Quizás en el boxeo, pero en otra faceta. Estaba en el atletismo y él fue quien me llenó los ojos con el boxeo”.

Bajo la tutela Espada, Pedraza disfrutó de una fructífera carrera en el boxeo aficionado en representación de Puerto Rico.

El púgil obtuvo una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Brasil 2007, clasificó a los Juegos Olímpicos Pekín 2008 y, a su vez, ganó oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez 2010.

Además, participó en los Campeonatos Mundiales de 2007 en Chicago y 2009 en Italia, donde logró una plata.

En el boxeo rentado, mientras tanto, Pedraza ha sido campeón mundial tanto en las 130 como las 135 libras.

“Lo veo no como un boxeador, sino como un hijo. Claro que lo entreno y hablamos mucho del deporte, pero la figura de hijo siempre estará presente. Ese junte de él con mis hijos fue muy afín y por eso siempre lo veo como mi hijo porque el deporte tiene un término”, destacó.

Pedraza, quien tiene tres hijos, emplea lo aprendido de Espada para nutrir la relación con sus retoños.

“La figura paternal fue él desde los 9 años. Prácticamente fue quien me crió. Ha estado más de la mitad de mi vida conmigo, así que he aprendido mucho de él y de mi mamá. Como dice el refrán ‘hijo eres, padre serás’. Lo que hicieron por mí, se lo estoy devolviendo a mis hijos”, concluyó Pedraza.