El atleta colombiano Andrés Ramírez culminó este domingo en Medellín una travesía que comenzó hace 16 días en Bogotá con un recorrido de 400 kilómetros que incluyó terreno montañoso y difíciles condiciones climáticas.

 El atleta aficionado de 32 años, que corrió en promedio 27 kilómetros diarios y estuvo cerca de claudicar, empezó la "Travesía Hovr" el pasado 21 de septiembre como parte de un experimento para probar unas zapatillas deportivas.

 "Tengo un encuentro de sentimientos impresionante. Desde que vi a Medellín empecé a llorar. Cruzar la meta fue una sensación increíble por materializar lo que había pensado", expresó a Efe Ramírez tras su llegada.

 Lograr correr un equivalente a diez maratones en 16 días fue para él "una lucha mental desde el primer día", en una aventura que comenzó lesionado y que no solo desafió sus condiciones físicas, según su relato.

 "La fatiga agobia, pero depende de cómo se maneje. Todo está en la cabeza, esa fue la lección", apostilló el ingeniero mecánico y profesional de la preparación física.

 Junto al deportista, que priorizó el descanso, la alimentación y las terapias en cada fracción del recorrido, se desplazó un equipo de producción de diez personas para registrar la travesía y un equipo logístico que se encargó de su asistencia y seguridad.

 Ramírez señaló que sintió el rigor de la geografía de su país, pues en una sola etapa subió "más de 1.600 metros de desnivel con 300 kilómetros ya recorridos".

 Al llegar al departamento de Antioquia se enfrentó la "magnificencia de las montañas" con 38 kilómetros de ascenso, pero esa exigencia la compensó sentir que "medio país estaba volcado, hasta los conductores de volquetas me saludaban" en la carretera.

 El atleta narró que estuvo cerca de abandonar el reto por una contractura: "Por poco rompo un músculo de la pierna; mi fisioterapeuta fue mi psicóloga y me sacó adelante", dijo sobre el momento "más crítico" de la travesía, superado con un plan terapéutico con ultrasonido, kinesiotape, estiramiento, digitopresión y liberación a través de técnicas manuales.

 "Sufría antes de la etapa, sufría durante la etapa y sufría después de la etapa", resumió el Forrest Gump colombiano, como ahora es conocido.

 "No me disgusta esa analogía. Me he sentido identificado con él, sobre todo porque la suerte siempre me acompaña", sostuvo el atleta, quien agregó que sus zapatillas de deporte están mejor que él, que llegó "remendado".

 En la última etapa, que partió desde el municipio de Rionegro y finalizó en el mirador de Las Palmas en Medellín, completó su hazaña con la compañía de un pelotón de 80 soldados de Ejército colombiano y deportistas aficionados.

 "No lo hice por inspirar, pero si esto hizo le sirvió alguien para inspirarse, bienvenido", concluyó Ramírez sobre su aventura, que duró dos días más de lo planificado.