Poca gente ha calado en el tuétano de la cultura popular como la superestrella de la WWE, Hulk Hogan. Amado y odiado con igual intensidad, fue la gran figura de la organización de lucha libre más importante de Estados Unidos, la WWF (que en 2000 se convirtió en la WWE), en las décadas de 1980 y 1990.

Su nivel de popularidad fue tal que de las primeras 10 ediciones de las famosas carteleras Wrestlemania protagonizó la pelea principal en nueve.

Hay quienes dicen que es el luchador más grande que ha existido y quienes aseguran que no merece ese título.

Lo que es seguro es que su figura provoca una polarización que no ha pasado por alto por Netflix, que había mostrado interés en desarrollar un proyecto alrededor de Hogan y finalmente anunció que el mismo será dirigido por Todd Phillips, quien estuvo alfrente de la trilogía The Hangover y de Joker, para la que fue nominado al Oscar.

Chris Hemsworth, el “Thor” de las películas de Avengers, lo caracterizará, cosa que ya planteó como un reto: “Como se imaginarán, la preparación para el papel será una locura física. Tengo que conseguir un tamaño que jamás he tenido, incluso mayor que el de Thor”, dijo el actor australiano la semana pasada.

Y es que con 6′7″ de estatura y 300 libras de músculos, en su mejor momento Hogan fue una impresionante mole en el cuadrilatero. De hecho, su nombre surgió porque durante una entrevista en un programa de televisión, el anfitrión notó que el luchador era más grande y sus bíceps eran mayores que el otro invitado al show, Lou Ferrigno, quien en esa época protagonizaba la serie “The Incredible Hulk”.

Terry Gene Bollea, su nombre real, fue muchas cosas antes de ser luchador. Pero una vez descubierto y debutó en 1979, no hizo sino crecer como la espuma gracias a una carismática personalidad y un trabajo de imagen pública bien cuidado. Trascendió el ring para convertirse en un icono de Hollywood y un modelo para los niños: “Tómense sus vitaminas y hagan sus oraciones”, fue una de sus frases emblemáticas.

Pero así como alcanzó la gloria mediática, la fama del personaje se desplomó al revelarse aspectos de su vida personal. En 2012 fue el centro de un caso federal cuando se hizo pública una grabación suya sosteniendo relaciones sexuales con la esposa de un amigo. Hogan ganó una demanda contra su amigo y a su esposa alegando invasión a la intimidad. Más adelante, en 2015, fue despedido de la WWE cuando trascendió una grabación de 2007 en la que mostraba posturas racistas.