TOA BAJA. El yaucano Luis Enrique ‘Kike’ Ruiz perdió hace dos años la fuerza que tenían en sus prodigiosas manos, unas que en el pasado le convirtieron en un gran  acomodador en el voleibol, y que posterior a su carrera atlética le llevaron a saludar a todos sus amigos con un torniquete especial que hoy extraña no poder dar.

Víctima del mal Guillain-Barre que afecta el sistema nervioso, Ruiz, de repente y sin previo aviso, se encontró un día hace dos años sin  fuerzas ni para levantar las manos.

Milagrosamente de pie nuevamente, según lo testifica, Ruiz está de regreso a la dirección de un equipo en el Voleibol Superior, el de las Valencianas de Juncos, esto luego de haber estado forzado a un retiro por la condición.

Sobre ese retorno y todo lo vivido conversó Ruiz, de 64 años y Decano de Estudiantes de la Universidad Interamericana con Primera Hora

¿Cómo te sientes?

“Estoy muy bien. Es una prueba de mi condición, de mi situación. El Señor me dio nuevamente la oportunidad de estar en la línea nuevamente y la tengo que aprovechar. Eso es para la gloria del Señor”.

¿Estabas listo?

“No lo estaba buscando. Estaba en mis asuntos de trabajo, de mi familia, de mi casa, de mi iglesia. Llegó la oportunidad y no podía decir que no. A mí también me encanta esto. No lo puedo negar. Esta es mi otra pasión. Ahora estoy en mi otra pasión que es mi Señor Jesucristo”.

¿Ya tenías relación con Dios o la conseguiste por la enfermedad?

“Fue por la situación que viví. Tuve una experiencia en el hospital. El Señor me tocó y me sanó. Conozco muchas gente que de esta situación no han salido o están encamado. Yo estoy de pie. Estoy vivo. Y mi viveza se la debo a Dios porque me tocó. Las lágrimas que estoy derramando son las mejores lágrimas de mi vida. Me falta mucho de aprender de Él y dar mucho más”.

Viste de cerca en el 2016 el Guillain-Barre que sufrió tu jugador René Esteves. ¿Te sirvió la experiencia?

“René fue cuando llegamos de Japón (Mundial 2006). Cayó en esa situación y lo fui a ver en el hospital. Si supieras que dos personas que pasaron por esto estuvieron encima de mí. René fue uno y Gilda Grau (exjugador nacional) fue la otra. Cogí consejos de René, y Gilda Grau... Gilda se pasaba todos los días llamándome. Me decía ‘te va a pasar esto, te va a pasar lo otro’. Hablaba con mi esposa (Ivonne Molini). Fue una cosa extraordinaria de René y de Gilda”.

¿Te viste lejos de la línea por la condición?

“Nunca pensé que iba a regresar. No puedo negar que cuando llegaba de trabajar estaba un poco destruido, cansado. Tenía que recuperar. Entre comillas esto no estaba presente para mí. Pero el voleibol es mi pasión y dejarlo así no hubiese sido justo”.

¿Tienes más que dar al voleibol?

“Le tengo que dar. Soy un deudor del voleibol. Lo que soy hoy día se lo debo al voleibol. Me hizo un profesional. Me hizo un gran ser humano. Me dio una gran esposa, unos grandes hijos, un gran nieto que lo tengo por ahí corriendo. Soy un deudor del voleibol”.

¿Quién más tiene que darle al voleibol?

“La gente buena tiene que volver. Estamos pasando por un mal ciclo. Este es el momento de hacer sacrificios. Todos tenemos que hacer sacrificios para que el voleibol vuelva a florecer. Los apoderados en femenino están haciendo un sacrificio. No se nos está dando el (torneo) de masculino. Eso es preocupante. Hay que ceder y todo el mundo poner de su parte”.