Mayagüez. La voleibolista estadounidense Kim Willoughby escuchó el jueves los cargos que pesan en su contra como parte del proceso que enfrenta por la muerte de su hija adoptiva, en hechos ocurridos el 2 de marzo de 2016 en su residencia en la urbanización Sultana. 

La jueza María Isabel Negrón, de la sala 202 del Tribunal de Mayagüez, hizo lectura de las acusaciones y mantuvo la fecha del próximo 4 de octubre como el día señalado para el inicio del juicio.

Willougby enfrenta cargos por violaciones al artículo 93 del Código Penal (asesinato en primer grado) y al artículo 58 de la Ley 246 para la Seguridad, Bienestar y Protección de Menores (maltrato de menores). El licenciado Harry Padilla representa a la voleibolista, mientras que Esteban Miranda es el fiscal a cargo del caso.

Según el informe policiaco del día de los hechos, Willoughby alegó que la niña -hija biológica de una prima de la jugadora pero que ella había adquirido su tutoría y estaba en vías de completar el proceso de adopción- sufrió un accidente mientras se bañaba. La jugadora, que en ese entonces militaba con las Indias de Mayagüez en la Liga de Voleibol Superior Femenina (LVSF), alegó que dejó a la niña sola en la bañera en lo que buscaba una toalla y cuando regresó la encontró tirada en la bañera mientras le caía agua de la ducha en el rostro. 

Sin embargo, el informe de Ciencias Forenses arrojó que la causa de muerte de la pequeña no era compatible con una caída, sino un severo trauma corporal. 

Originalmente, la jueza María del Pilar Vázquez no encontró causa para su arresto, pero el Ministerio Público radicó en alzada, donde prevaleció.

En la vista preliminar ante la jueza Ivelisse Zapata Toro, la fiscalía sentó a tres testigos, entre ellos, la Dra. Irma Rivera Diez, patóloga forense en el Negociado de Ciencias Forenses y quien tuvo a su cargo la autopsia de la hija de Willoughby.

En su desgarrador informe, la galena describió las múltiples lesiones externas e internas que reflejaba la niña, algunas que no eran recientes y que evidenciaban un patrón de maltrato, y otras que habían ocurrido minutos antes de la muerte.

Resaltó once evidencias de traumas externos como abrasiones, contusiones y laceraciones, en el rostro, la parte trasera de la cabeza, los brazos y la frente, y 21 internas recientes que incluían rotura en una vértebra, rotura de la aorta abdominal, contusión en riñón y páncreas, entre otros, que pudieron ser provocados por una fuerza excesiva y que no son compatibles con una caída en una bañera.

De ser encontrada culpable en el juicio, Willoughby podría enfrentar una pena que supere los 100 años de cárcel.