Vecinos de la comunidad El Machuchal, en Vega Alta, ya no saben qué más hacer para acabar con dos eternos problemas: una quebrada que, a cada rato, les sale al paso y la curva, una especie de puente, donde varios carros han caído al agua.

Problemas que -según la libreta de registro de Jacinta Quintero Marrero, de 75 años de edad, y líder de la comunidad- se han denunciado desde 1980, cuando el fenecido Manuel Chinea Marrero era alcalde. 

“Aquí, lo que iban a hacer con la quebrada era canalizarla y llevamos años, imagínense cuántos años estuvo el exalcalde (Isabelo Molina, 20 años); hasta que ahora, no está”, describió Quintero Marrero, de la comunidad que bajo el programa de Comunidades Especiales, quedaron “en espera de la canalización y de casas que también las iban a terminar y no las terminaron”. 

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“Este es un problema de muchos años. Los residentes de otras zonas echan basura en la quebrada. En una pequeña parte del camino hay un drenaje, frente a una iglesia, ahí se atapona el agua y es que comienza. Prácticamente, las aguas comienzan a fluir en la carretera”, aseguró el alcalde de Vega Alta, Oscar “Can” Santiago Martínez.

La situación particular con la quebrada es que transcurre paralela y pegada a la vía principal y también, a las casas. 

Para tratar de defenderse de las aguas, muchos de sus dueños han levantado muros.

Precisamente, uno de los casos más drásticos es el de Santa Díaz, de 60 años, y quien vive, literalmente, a la orilla de la quebrada. Su casa y terreno están cediendo ante las corrientes.

“Si miran por debajo de la casa ,todas las vigas están 'virás'. Y todo esto está 'podrío', los socos. Cuando crece, (la quebrada) a veces, me da miedo porque no se puede salir, ya que el agua se mete debajo de la casa y llega, prácticamente, hasta la altura del balcón. No se ha metido en la casa, pero sí ha ido dañando el piso (de madera)”, aseguró Díaz, quien piensa que “un día de estos, cuando crezca la quebrá, me voy por ahí pa’ abajo”.

Mientras que Migdalia González, de 76 años, residente de Machuchal hace 11 años, dijo, “si yo llego a saber no compro esta casa, porque le metí dinero a la casa sin saber que esto sucedía. Lo primero, es que viene de Corea (bariada que colinda) para acá, y cada vez, que se vacía; porque han hecho como un hueco (una especie de zanja), aquí, y otro allá y el agua se sale para acá (calle)”.

“Todas las calles vienen a caer en la principal, que es la que se tranca con el agua. Por aquí, no se puede pasar, ni por acá tampoco”, aseguró Quintero Marrero del sector de más de 60 años de establecido, y donde cada vez que llueve, los vecinos tiemblan.

“Cuando llueve, nadie puede salir de las casas. Y si uno pensaba comprar algo, aunque sea leche para el café, y la quebrada crece, hay que tomarse el café puya”, dijo por su parte don Mario Crespo Náter.

Mientras que González, irónicamente, sugirió “bueno o meternos en el agua sucia, asquerosa esa. Porque hasta aguas negras bajan por ahí”. 

González dijo que la corriente a arrastrado hasta cuerpos de perros, gallinas, matas de guineo, de plátanos, y basura.

Para bregar con la quebrada, que desemboca en el río Cibuco, en la zona existe una alcantarilla, que según los perjudicados, lo menos que hace, es drenar el agua.

“Esto, fue un tubo que metieron, y luego, le taparon bastante el hueco por donde se supone que pasara el agua, como con unos bloques. Lo que hace que sea imposible que se vaya el agua por ahí y que la entrada de la iglesia se inunde y queden atrapados”, relató Quintero Marrero.

Otro de los escollos en la comunidad es una estrecha curva, donde únicamente cabe un vehículo a la vez y que cruza la quebrada para conectar ambos lados con la carretera principal. 

“Le faltan unas vallas, de 20 años para acá, se han ido unos cuantos carros. Yo mismo le he cogido miedo y salgo por acá (señalando la entrada principal). Cuando el río está crecido, es un peligro porque no se ve la carretera, y ahí, es el peligro de uno irse. ¡Ah! y de noche, porque eso es oscuro”, indicó Crespo Nater.

“Yo he visto carros que han caído a la quebrada porque no caben dos vehículos, de noche, no hay iluminación y cualquier persona que no sepa manejar mucho, que maneje bajo cualquier situación puede caer y ya han caído. A mí me consta la situación; lo he vivido y he estado allí cuando se ha desbordado”, destacó por su parte el Alcalde.

Santiago Martínez agregó que el puente “no tiene ningún tipo de baranda o vallas de seguridad, yo no me explico cómo en tantos años, ningún alcalde siquiera ha puesto una valla. Porque si no ha tenido los recursos económicos para hacer un puente, pues, ¡póngale al menos una valla!”.

Jacinta Quintero aseguró que la sinundaciones los dejan incomunicados. (PARA EL NORTE / ALVIN J. BÁEZ)

(PARA EL NORTE / ALVIN J. BÁEZ)

Uno de los casos más drásticos es el de Santa Díaz, de 60 años, y quien vive, literalmente, a la orilla de la quebrada. Su casa y terreno están cediendo ante las corrientes. (PARA EL NORTE / ALVIN J. BÁEZ)