De todas las cosas que usted debería saber de Side Effects antes de verla, una es la más importante: debe verla. El más reciente largometraje del director Steven Soderbergh –que según ha dicho será su último, ya que está firme en su decisión de retirarse- es uno de sus mejores en la pasada década, realizado con el absoluto dominio del medio cinematográfico que estamos acostumbrados a esperar del director de Out of Sight, Traffic y The Limey.  

La fantástica puesta escena es Soderbergh en su máxima expresión. Estéticamente impecable, filmada con poca profundidad de campo que sirve de reflejo a la percepción del mundo por parte de los personajes, Side Effects es una clase de maestría en dirección, edición y cinematografía, todas realizadas por él bajo seudónimos. No hay un solo tiro que sobre y ninguno menos importante. Soderbergh les ofrece singular atención a algunos de ellos e incluso los repite a lo largo de la película, a veces desde otro punto de vista o con información adicional que abona al desarrollo del argumento central.

¿Necesita más? OK. La cinta está escrita por Scott Z. Burns, el guionista detrás de dos de los últimos filmes del cineasta, The Informant y Contagion. El libreto de Side Effects es una pieza fundamental para su efectividad, con cualidades transformativas y laberínticas, que parecen llevarnos en una dirección cuando de pronto nos jala repentinamente hacia otra, y creo que con eso ya he dicho más de lo que debería.

¿Cómo? ¿Que no? ¿Que quiere saber de qué trata? Muy bien, pero seré parco, ya que la mejor manera de disfrutar de esta experiencia es sabiendo lo menos posible. Una joven mujer -interpretada por Rooney Mara- sufre de una condición emocional por la salida de prisióni de su marido (Channing Taum). Su estado la lleva a buscar ayuda médica de un psiquiatra (Jude Law) quien le receta un medicamento que tiene inesperados efectos secundarios en ella.

No digo más, aunque sí puedo hablar del excelente trabajo por parte del elenco, particularmente Mara y Law, en quien no puedo añadir mucho, pero logra distinguirse como uno de los mayores aciertos de la producción. Al demostrar que es uno de los jóvenes talentos más prometedores trabajando actualmente, Mara tiene a su cargo el papel más difícil y robusto. En manos de Soderbergh, conocido por su  don dirigiendo actores, el talento de Mara alcanza nuevos niveles, obligándola a modificar su comportamiento a medida que la narrativa avanza y en más de una ocasión.

Mención aparte merece la banda sonora de Thomas Newman, la cual es una parte intrínseca de la atmósfera que crea Soderbergh, e incluso sirve como pista de hacia dónde se dirige la historia desde que se escuchan los primeros acordes.

Usted sabrá desde el tiro inicial lo que debe esperar de la trama de Side Effects, pero aun así Soderbergh y Burns conseguirán sorprenderlo. Es una de esas raras películas que va dos o tres pasos más adelante que el espectador, y vaya que esa es una emocionante experiencia cuando se está en manos de un cineasta de la talla de Soderbergh. Esperemos que su retiro sea tan solo un descanso. El séptimo arte necesita de él. 

Side Effects se exhibe en las salas de Fine Arts Café.