No fue hasta que contemplé detenidamente mis candidatas a las mejores películas del año que noté una obvia tendencia en la lista: la mayoría fueron protagonizadas por mujeres. En una industria constantemente señalada por la falta de buenos papeles para las actrices, me gustaría pensar que esto es un prometedor indicio, aunque aún falta mucho por lograr en los roles detrás de las cámaras donde continúan siendo mayormente marginadas.

Las damas del séptimo arte dominaron ampliamente sin importar el género, nacionalidad ni escala de la producción. Desde filmes pequeños hasta el blockbuster que pronto podría convertirse en el más taquillero en la historia, la figura de la mujer estuvo al frente ellos capitaneándolos hacia el éxito tanto crítico como económico. De entre estos, merecen mención algunos para los que no encontré lugar en un limitado Top 10, cifra que siempre he encontrado caprichosa pero que a la vez invita a realizar un mayor escrutinio.

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La saga de Star Wars abandonó el patriarcado en The Force Awakens para brindarle a una nueva generación de fanáticos la heroína que se merecen en la forma de Daisy Ridley como “Rey”, personaje que apunta a ser tan adorado como “Luke Skywalker”. Moviéndonos al polo opuesto en términos de presupuesto, encontramos largometrajes como Room, donde la joven Brie Larson se consagra como una de las mejores actrices de su generación al mando de un conmovedor drama tan humanamente hermoso como emocionalmente agotador.

Mientras, las transexuales “Kiki” Rodríguez y Mya Taylor interpretaron a dos de los personajes más memorables del 2015 en Tangerine, la audaz película filmada con iPhones que irrumpió en la escena con una fuerza y autenticidad de cine independiente que no se veía desde Sex, Lies & Videotape. Y no se puede hablar del cine independiente sin mencionar a una de sus actuales reinas: Greta Gerwig, quien junto a su pareja, el director y guionista Noah Baumbach, revitalizaron la comedia “screwball” en la comiquísima Mistress America.

Al otro lado del Atlántico, la excelencia femenina continúa. Charlotte Rampling dio la mejor actuación del año en el filme británico 45 Years, interpretando a una mujer en el proceso de asimilar un secreto que atenta contra la estabilidad de su matrimonio. Si el último tiro de esta cinta de Andrew Haigh no le concede a la veterana actriz su primera nominación al Oscar, la Academia pecará de ignorante. La gran Juliette Binoche lideró la más reciente obra del francés Olivier Assayas, Clouds of Sils Maria, pero Kristen Stewart prácticamente se la roba de sus diestras manos en un papel secundario como la asistente que vela por la agenda de la famosa actriz que la primera interpreta.

Los caballeros, sin embargo, no se quedaron tan atrás. Quentin Tarantino dirigió a la mayoría de ellos en la cruda The Hateful Eight, película que podría ser descrita como “Tarantino elevado a la enésima potencia”, con todos los pros y contras que esto implica; Sylvester Stallone dio el “comeback” del año en Creed junto a Michael B. Jordan en junte tan memorable como Balboa vs Creed I; Leonardo DiCaprio asegura haber dado un viaje de ida y vuelta al infierno durante la filmación de The Revenant, cinta de Alejandro González Iñárritu que una vez más es elevada por la gracia cinematográfica de su compatriota, el cinematógrafo Emmanuel Lubezki; y los strippers de Magic Mike XXL hicieron de esta superior secuela un moderno musical que se mueve con la gracia de Gene Kelly, tanto así que las alegrías que ofrece son comparables a las que transmite Singin' in the Rain... pero con tangas, claro.

Por último, cabe resaltar dos largometrajes que sobresalen como dos de las experiencias estéticas más impactantes del 2015: The Duke of Burgundy, en el que el director Peter Strickland revive el erotismo europeo de las décadas del 60 y 70 a través de un romance fetichista tan extraño como sincero, y The Assassin, la más reciente obra del chino Hsiao-Hsien Hou que toma el género del wuxia como pretexto para obsequiarnos imágenes de inmensurable belleza.

Le pido disculpas por el extenso preámbulo, pero hubo demasiado buen cine en el 2015 como para contenerlo en 10 lugares. Y hablando de ellos…


10. Spotlight

A simple vista, este largometraje del director Tom McCarthy engaña con su escueta sencillez. En términos puramente estéticos no es nada llamativo. No es una película que salte a la vista, pero lo que escasea en los bombos y platillos cinematográficos vistos en algo como el clásico All the President’s Men, lo compensa con un meticuloso dominio del arte de la edición y la aguda redacción de su elegante guión, dos rasgos que comparte con su argumento. Basado en la reveladora investigación que realizó el diario Boston Globe acerca del encubrimiento de la Iglesia Católica de cientos de casos de abuso sexual infantil, el filme atrapa desde su primera escena -como todo buen “lead” periodístico debería hacerlo-, siguiendo los pasos de un grupo de periodistas interpretados por el mejor elenco que se haya visto en el cine este año. McCarthy no desperdicia una sola escena, cautivándonos a través de una incisiva mirada contemporánea a un oficio que jamás dejará de ser esencial.


9. Inside Out

Por más paradójico que pueda sonar, la tristeza es centro de este jovial largometraje de Pixar que revalida por qué esta compañía es el hogar de unos virtuosos maestros tanto del arte de la animación, como de la habilidad de contar historias que apelen a grandes y chicos por igual. Este es fácilmente uno de los libretos más sofisticados que el estudio ha producido, incorporando teorías del desarrollo cognoscitivo y emocional a una fantástica aventura desarrollada en la mente de una niña y protagonizada por cinco encantadoras manifestaciones de las emociones básicas. La imaginación vuela en cada escena de esta tierna cinta que inculca la comprensión y el valor de la tristeza como fuente de empatía. El resultado es una de las obras más maduras que ha salido de la casa de Wall-E, Up y Toy Story sin que esto sea sinónimo de la más remota disminución en el nivel de diversión.


8. Sicario

Moralmente complejo y profundamente desconcertante, el más reciente filme del director Denis Villeneuve escala progresivamente la tensión hasta hacerla intolerable, culminando en un impactante desenlace que evidencia la trágica naturaleza cíclica de la violencia que impera en la fútil guerra contra el trasiego de drogas. Este es un thriller expertamente realizado, con todos los cineastas funcionando al máximo de sus habilidades. Emily Blunt y Benicio del Toro sobresalen en sus respectivas interpretaciones de dos combatientes en esta lucha que comparten un mismo objetivo pero con motivaciones distintas. La precisa y contundente dirección de Villeneuve se nutre de la extraordinaria cinematografía de Roger Deakins y la inquietante banda sonora de Johann Johannsson, atrapándonos en las sanguinarias mandíbulas de este conflicto atestado de desespero, dolor y muerte. Un acercamiento cínicamente pesimista a un tema que no permite ninguna otra mirada.


7. The Look of Silence

“Una vez me traje la cabeza de una mujer a un café chino”. Esta es tan solo una de varias estremecedoras confesiones hechas ante las cámaras de este perturbador documental, pero el verdadero horror no emana de las imágenes mentales que estas provocan, sino de la absoluta candidez con la que son expresadas. Los entrevistados son ex miembros de las escuadrones de la muerte que en los años 60 perpetraron un genocidio en Indonesia, los mismos que figuraron en The Act of Killing, el otro documental del director Joshua Oppenheimer que acompaña a este como dos partes de una fascinante obra. Pero el que entrevista a estos impunes sicarios no es el cineasta, sino el hermano de una de las víctimas, quien los confronta abiertamente, sin sed de venganza ni en busca de reparación. Su objetivo es más noble, incluso altruista: dar la absolución, pero para otorgarla primero hay que escuchar desearla. El impacto de estas entrevistas no se compara a nada que anteriormente se haya expuesto en el medio.


6. Phoenix

Evocar a un clásico de la magnitud de Vertigo requiere partes iguales de talento y osadía, dos facultades que el cineasta alemán Christian Petzold exhibe cabalmente en este drama holocáustico con pinceladas de misterio. El escenario es Alemania post Segunda Guerra Mundial, y en sustitución de Kim Novak tenemos a la igualmente radiante y talentosísima Nina Hoss como una desfigurada sobreviviente de un campo de concentración. Hoss la interpreta como estupefacta mirada de un fantasma perdido que aún no ha podido asimilar los horrores sufridos, retornando a los escombros –tanto literales como figurativos- de su antigua vida en busca de algo que no desea confirmar acerca de los culpables de su infierno terrenal. A través de este personaje, el astuto libreto de Petzold explora los estragos de la tragedia, la prisa por olvidarla e ignorar sus repercusiones, pero las voces de las víctimas pueden más, como demuestra el poderoso final que de inmediato se posiciona entre los mejores en la historia.


5. Listen to Me Marlon

El llamado séptimo arte posee la capacidad de inmortalizar a sus mayores luminarias, pero lo que el director Stevan Riley le brinda a la memoria de Marlon Brando en este estupendo documental es más comparable a una resurrección. A través de la voz de este ídolo cinematográfico –grabada por el propio actor en casetes que utilizaba a modo de diario, confesionario y auto hipnosis-, el filme recorre la vida de Brando desde su infancia hasta la vejez, haciendo hincapié en aquellas estampas más importantes de su vida frente a las cámaras como apartado de ellas. Lo bueno, lo malo, alegrías, tristezas, logros y fracasos tanto personales como profesionales, todos se confunden en este digno tributo que recoge con emotiva franqueza las reflexiones de esta máxima estrella de la pantalla grande acerca de su a veces tormentosa existencia. La melancolía impera mientras el asombroso ensamblaje de Riley nos permite ser pasajeros en un viaje por las memorias de quien quizás fue el mejor actor de todos los tiempos.


4. Carol

Siempre he sido dulce para los romances imposibles, aquellos en los que los sentimientos se suprimen y el más efímero roce entre dos manos carga con la pasión del más íntimo beso. La más reciente película del director Todd Haynes posee todas las virtudes como para ser mencionado en la misma oración que filmes ejemplares de la talla de In the Mood for Love y Brief Encounter, incluso rindiéndole tributo a esta obra maestra de David Lean. Desde su majestuosa dirección artística que da vida a los años 50 –enaltecida por la impecable cinematografía en 16mm de Edward Lachman- hasta la sublime banda sonora de Carter Burwell que expresa las emociones que la pareja protagónica se ve obligada a esconder, el largometraje cautiva con cada elemento de su puesta en escena. El perfecto andamiaje se sostiene de las entrañables actuaciones de Cate Blanchett y –en especial- Rooney Mara como las dos enamoradas décadas antes que su amor fuese aceptado socialmente. En síntesis, una delicada obra de inmensa belleza.  


3. Queen of Earth

Este descenso a la locura del director Alex Ross Perry –uno de los directores emergentes más interesantes en la actualidad- halla su fuente de inspiración en el Olimpo fílmico, tomando prestado de Altman (3 Women), Polanski (Repulsion) y Bergman (Persona) para encerrarnos en una casa de verano con dos mujeres… o al menos creo que son dos. Elisabeth Moss interpreta a una de ellas en una de las actuaciones más subestimadas del año. Perry persigue la constante transmisión de claustrofobia mediante el uso de close-ups extremos que nos permiten apreciar el trabajo de Moss microscópicamente mientras su personaje -una privilegiada hija del dinero cuyo narcisismo y soberbia parecen ser el eje de su precipitada esquizofrenia- enfrenta a sus demonios en un aterrador e intenso forcejeo entre la cordura y el enloquecimiento.


2. Anomalisa

Era de esperarse que Charlie Kaufman, el genio detrás de Being John Malkovich, eventualmente acabaría trabajando en un filme de animación “stop-motion”. Su constante preocupación con la mortalidad, los padecimientos mentales y la voluntad del destino se presta perfectamente para ser representada a través de marionetas cuyos movimientos puede manipular a gusto y gana. Junto al codirector Duke Johnson, Kaufman escribe una historia tan maravillosa, tan dolorosa y complejamente humana, que difumina todo rastro del artificio animado para dar con el corazón de un efímero romance entre un hombre para quien todas las voces suenan iguales –literalmente- y la extraordinaria mujer que sobresale del resto. Abordando temas como la depresión, el alcoholismo y la frustrante ambivalencia humana, el director y guionista examina una vez más naturaleza de las relaciones sentimentales desde su particular y agridulce punto de vista con un efecto tan entrañable como devastador.


1. Mad Max: Fury Road

Al mirar hacia atrás a todos los estrenos de los pasados 12 meses, resulta difícil ignorar la superioridad de este como la más impresionante consumación de dos vertientes del medio que acostumbran a estar en conflicto directo: el cine comercial versus el llamado “cine de arte”. Y una de las mayores virtudes de esta increíble película del director George Miller es que permite ser apreciada desde ambos puntos de vista. Su caparazón es el de un perfecto filme de acción, propulsado por una imparable fuerza motora que abarca toda su duración, dejando poco espacio para recuperar el aliento. La inmensa mayoría de los blockbusters desearían que los primeros 20 minutos de este fueran sus últimos, pero Miller no se conforma con el asombroso acto inicial y constantemente lo supera, no solo en términos de  visión, sino primordialmente en ambición tanto narrativa como temática.

Detrás de los fenomenales stunts, fantásticos tiros de cámara y los efectos especiales que proveen una experiencia puramente cinemática –usted podría ver esta película sin sonido y entender claramente lo que está ocurriendo-, hay un sabio libreto que introduce y desarrolla argumentos tan serios como el acondicionamiento militar, el abuso de las mujeres y la avaricia del hombre. Miller los introduce sin llamar atención hacia ellos, como carnada que invitan a la minuciosa discusión de aquellos que quieran ver más allá del espectáculo, obteniendo una excitante armonía entre la densidad temática y el entretenimiento escapista. Mad Max: Fury Road es lo que todas las producciones de alto presupuesto deberían aspirar a ser.