Ya Rodrigo Ignaxio Sanabria, a sus 6 años, heredó la tradición familiar de ser trovador. Pero su voz, que resuena en el más reciente álbum de su padre, Julio César Sanabria, es solo una de las de un centenar de jóvenes que ya tienen la encomienda de perpetuar la música autóctona de Puerto Rico.

“Nosotros, como familia, estamos pasando el batón a las nuevas generaciones de la trova puertorriqueña y yo creo que ellos tienen una responsabilidad muy grande de mantener viva esta música”, comentó Sanabria a Primera Hora.

Pero recae en los hombros de los trovadores, instruidos por los maestros de antaño, evolucionar el arte y emplear técnicas para atraerlos a ella.

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Así como Sanabria, Víctor Manuel Reyes, “El Trovador”, reconoce que la clave para mantener viva la trova requerirá flexibilización y apertura a fusionarla con otros géneros, pues es precisamente la evolución del estilo de vida que se tiene que hacer sentir en las décimas. Esta línea de pensamiento, sin embargo, suele provocar fricción entre los eruditos de la trova puertorriqueña.

“Como trovador, trato de mantener la esencia del improvisador, pero hay que evolucionar y, a veces, ha habido choques de cambiar el estereotipo del trovador tradicional. Tienes que transformar, tienes que reinventarte. ¿Por qué? Ya no estamos en carreta. Ya estamos en carros con batería, carros eléctricos y tienes que evolucionar con el tiempo”, manifestó Reyes.

Reyes, quien se considera un trovador que “por accidente” se ha convertido en un “fenómeno de la naturaleza”, recontó que él mismo fue emisario de cambios en la trova, pues cuando comenzó a participar de encuentros y competencias contra trovadores, bailaba y cerraba los ojos.

La transformación de la trova es inevitable, aseguraron ambos, pues hasta en la misma composición de las décimas se han reflejado cambios, exigiéndole a los trovadores a ser más académicamente ágiles.

“Hay que sumarle que la décima como tal ha evolucionado. Cuando te (hablo de) la evolución de la décima es la perfección de la misma en todo el sentido de la palabra. Ya la pronunciación, la utilización del lenguaje figurado en su máxima expresión es importante”, explicó Reyes.

“Hay un error que el trovador improvisador era esta persona de campo que estaba en el campo, con el machete y comenzaba a hacer su alegoría. Ya no. Ahora la interpretación de la décima tienes que estar académicamente preparado para expresarla, para explicarla, porque se ha transformado dentro de los géneros de la poesía”, agregó.

Es por esto que, para asegurar la longevidad del arte, es menester que los trovadores se abran a la fusión de ritmos, aseguraron. De esta manera, podrán aprovechar el entusiasmo que ya existe en los jóvenes, sostuvo Reyes quien señaló que es cuando utiliza ejemplos que se relacionan a la realidad de los jóvenes cuando más muestran interés.

“Yo respeto a los conservadores, pero nosotros, si queremos atraer a la juventud, si queremos tener la oportunidad de que los jóvenes disfruten de nuestra tradición, de nuestra música autóctona puertorriqueña, hay que evolucionarla. Hay que adherirla a otros ritmos. ¿Por qué no podemos tener colaboraciones con salseros, reguetoneros, bachateros?”, señaló Sanabria.

“El trovador de antes era un trovador asonantao en la mayor parte de los casos, incluyendo mucho de nuestros maestros. Era el deber de nosotros tomar ese legado e ir mejorando la décima y ahora tú vez una camada de jóvenes improvisadores que está subiendo con una décima más culta, más elaborada, más profundo y mayores imágenes”, añadió.