María se  llevó el jardín, pero les dejó un zoológico que cobró vida en los mismos árboles que la tempestad tumbó.

Desde allí sobresalen las ideas que el huracán no derrumbó, y hasta los escombros tomaron un nuevo color.

Es el Taller de la Playa de Ponce, un mágico espacio que se transformó en el hogar del artista Antonio Martorell Cardona desde hace 11 años.

“Lo usé de almacén y taller desde 1991 hasta que quemaron mi casa en Cayey en el 2007 y entonces, se cumplió el sueño de mi vida. Me gustaba tanto este lugar, el ambiente de la Playa, la gente, la luz, muy parecido al Santurce cuando me criaba en el Condadito, y tomé la maldición como bendición y dije ‘me voy a mudar pa’llá”, recordó el maestro Martorell.

Llegar a este lugar es como entrar en otra dimensión, en donde los objetos más cotidianos se convierten en extraordinarias obras que retan los sentidos.

Este playero putativo, tal cual se describe el propio artista, no se amilana ante las dificultades y puede ver la belleza donde otros ven destrucción.

Eso fue lo que experimentaron tanto Martorell como los artistas que comparten su taller, luego del paso del fenómeno atmosférico que arruinó el huerto que levantaron con esfuerzo durante 20 años.

“El jardín fue lo que más sufrió con María, pero ahora hicimos de los árboles caídos, animales fantásticos. Es un trabajo colectivo porque los artistas que trabajan conmigo me ayudan con sus manos y con sus ideas”, expresó Martorell Cardona.

Bajo sus instrucciones y sin su presencia física, ya que Martorell viajó a los Estados Unidos para cumplir con compromisos ineludibles, el batallón de artistas dio rienda suelta a una obra inspirada en vejigantes ponceños y alebrijes mejicanos.

Claro, siguiendo las instrucciones del maestro.

“Conversa con el árbol, no hagan lo que quieran hacer, sino miren cómo la corteza se comporta, cómo las heridas recibidas por el huracán se convierten en agallas, en escamas, en garras. Y así lo hicieron, que los colores correspondan a la fronda que les rodea”, describió.

“Se murió el jardín y nació el zoológico. Pero entonces el jardín ha vuelto porque parte de los árboles han empezado a germinar nuevamente”, dijo.

El resultado incluye a Adán y Eva en su particular paraíso, con árboles convertidos en puentes y asientos.

Mas el lienzo despeinado que dejó María también ha motivado a la creación de una nueva serie titulada “Escombros”.

“Son grabados, impresos en papel, de la basura que recogemos en el barrio que está lleno de basura, porque ese Malecón (Playa de Ponce) es una vergüenza. Está lleno de botellas, latas, colillas, todo tipo de desperdicio y yo estoy trabajando para hacer de los escombros, belleza”, detalló.

Para el maestro Antonio Martorell, la experiencia causada por el huracán María solo reafirmó su filosofía de vida.

“Me he reafirmado en el trabajo creador que es el norte de toda mi vida. Trabajar gozando y gozar trabajando”, resaltó.