Antes que cantante de música tropical, Gisselle Ortiz fue comediante en varios espacios de televisión. Ahora regresa de lleno a esos inicios en el arte de la interpretación tras tomar la decisión de deshacer su orquesta a partir de enero de 2019.

Volverá a cantar si alguien la invita, pero su espectáculo no se venderá más. Sus últimos compromisos en tarima serán en diciembre.

“Siento que ya hice todo lo que iba a hacer a nivel musical”, afirmó.

“No se nos está dando oportunidad a los del género musical que tenemos trayectoria… Hasta cierto punto me sentía estancada”, dijo la artista, que en la década del 90 comenzó una carrera como solista en el merengue.

“No deja de ser lo que realmente me apasiona, pero hice muchos intentos fallidos y llegó un momento que dije, ‘Voy a hacer otras cosas’. Tengo el deseo de reinventarme y me estoy dando la oportunidad de hacer cosas nuevas”.

Hay dos trabajos que ya la ocupan: su naciente negocio de venta de ropa por Internet y el primer espectáculo de comedia propio, “Cantand-Up”, que estrenó a casa llena el pasado sábado en el Teatro Tapia en el Viejo San Juan.

El show no es más que una oportunidad de reírse de sí misma usando como pie forzado sus canciones -completamente alteradas-, y sus vivencias.

“Son mis canciones parodiadas, canciones de otra gente, pero la mayoría son las canciones mías que de repente las hago en trap”, detalló.

El libreto lo escribió ella con la dirección de Carlos Vega. En la música la acompañan las músicos Brigitte Dávila y Milly Camacho, y el comediante Kiko Blade.

“La verdad es que estamos pasándola brutal”. Algunos de los temas que aborda son la menopausia, su matrimonio con un hombre 13 años menor, su maternidad perruna –“que siento que paría a mis animales”-, “y hablo de mi retiro de manera jocosa también”.

“Cantand-Up” continuará funciones el 29 de septiembre en el Teatro Taboas en Manatí, y el 6 de octubre regresará al Teatro Tapia.