Un toque de bomba en Hormigueros; una escuela de baile en Mayagüez; un conversatorio sobre su origen en Rincón o una presentación con música en vivo en San Germán.

Sí, ese ritmo autóctono que forma parte de nuestra rica historia afrocaribeña y que conocemos como “bomba”, vive un despertar en toda la Isla, pero es específicamente en la zona Oeste del País donde se manifiesta con mucho fervor, gracias al interés que ha despertado en jóvenes por conocerla, entenderla y disfrutarla.

“Ha habido un resurgir en los últimos 10 o 15 años y es el puertorriqueño buscando su identidad. El puertorriqueño a veces no crece conociendo su música y luego, cuando tenemos un poco más de edad, nos hace falta”, dijo Javier Muñiz, director del proyecto educativo Al Son de Bomba y del grupo El Cuarteto de Bomba.

“Había una necesidad de conocer la identidad cultural y el Oeste formó parte esencial en el desarrollo de la bomba. Por lo tanto, había que reavivar ese movimiento que estaba latente, pero con falta de dirección”, sostuvo Pablo Luis Rivera, profesor en la Universidad de Puerto Rio, recinto de Carolina y director de la organización Restauración Cultural.

La bomba - palabra derivada del ashanti africano “bomba” y que significa tambor- tiene su raíz en los tiempos de la colonización en América, cuando comenzaron a llegar a occidente miles de africanos esclavizados.

En Puerto Rico, fue en los ingenios azucareros que comenzó a entretejerse ese ritmo peculiar entre la población negra de la época. 

La música era una de las expresiones que usaban para comunicar ideas, contar historias y también para conspirar en contra de los amos, entre otras funciones.

El ritmo se desarrolló en distintas regiones, principalmente en Loíza, San Mateo de Cangrejos (hoy Santurce), Cataño, Guayama, Ponce y Mayagüez, entre otras zonas.

Según Rivera, en el caso del Oeste, la música se nutrió de distintas corrientes migratorias, entre ellas, de haitianos que llegaron a nuestras costas durante y después de su revolución (1791-1804), así como de distintas Islas del Caribe, que también tienen tradiciones musicales afrodescendientes. 

Según el profesor de la UPR, fue en Mayagüez donde la bomba se llevó a los salones de la llamada “alta sociedad” y hoy en día es donde más se practica, gracias a distintos elementos que la han mantenido vida.

“Creo que en el Oeste influenció mucho el hecho de que los mayores mantenían su práctica de bomba y que hubo una inyección de la juventud que empezó a ver la bomba, a reconocerla y a reafirmarla, creando proyectos que pudieran educar a esa juventud, que se ha apoderado de este movimiento”, sostuvo Rivera.

Sin embargo, a pesar de su larga tradición, por años la bomba en el Oeste se mantuvo como una expresión artística de poca expansión. 

Muñiz, indicó que no es hasta el año 2007 que surge el Taller Folklórico Independiente 105 de Hormigueros, donde comenzaron a dar talleres de bomba para público en general. Un año más tarde, inicia la escuela de bomba municipal de Mayagüez, la cual, todavía está en funciones.

Otros pueblos de la zona comenzaron a desarrollar proyectos culturales similares como San Germán, Añasco, Cabo Rojo, Aguadilla y muchos otros, algunos auspiciados por los alcaldes y otros, por iniciativa propia.

“Hubo personas que simplemente querían aprender a tocar un instrumento. Otros, querían una herramienta para liberar el estrés y a través de la bomba han encontrado un canal”, manifestó Rivera.

Actualmente, en el Oeste se celebran, al menos, tres toques de bomba al mes: el segundo domingo de cada mes en Hormigueros, el tercer domingo de cada mes en Cabo Rojo y el tercer jueves de cada mes en la plaza de Rincón.

De igual forma, grupos musicales se presentan prácticamente todos los fines de semana en distintos establecimientos, algo poco común hace unos años.

“Los comercios también se han beneficiado grandemente. Antes era bien difícil poder llevar un espectáculo de bomba porque pensaban que no les funcionaría y preferían bandas ‘cover’. Pero, se han percatado que el turista viene a buscar algo diferente. Los pocos negocios que nos dieron la oportunidad vieron que funciona”, subrayó Rivera.

Además de escuelas, toques y presentaciones de bomba, los precursores de este ritmo autóctono han procurado desarrollar conversatorios abiertos al público con el fin de dar a conocer esa historia afrocaribeña que está ausente del sistema de educación pública y que, según Rivera, es necesaria conocer, para que no desaparezca.

“La bomba hace que las personas puedan conocer sus tradiciones, sus raíces y encontrar su identidad como puertorriqueños”, sentenció Rivera.