La puertorriqueña Noelian Ortiz nunca imaginó que el pasatiempo que escogió como terapia para sobrellevar la profunda tristeza por la que atravesaba en un momento duro de su vida le traería tantos momentos agradables. 

Ser seleccionada entre cerca de mil aspirantes para la segunda temporada de la competencia MasterChef Latino (Telemundo), sin duda, es uno de esos logros que le provocan gran satisfacción.

“Soy la única boricua. Me siento muy feliz, muy orgullosa”, respondió la chef en entrevista telefónica sobre la oportunidad de participar en el programa, que incluyó al puertorriqueño Ángel Cora, quien fue eliminado por el panel de jueces compuesto por los chefs Benito Molina, Claudia Sandoval y Ennio Carota. 

“La experiencia ha sido espectacular. MasterChef es una de las competencias culinarias más importantes a nivel mundial”, resaltó orgullosa sobre el reality, que se graba en Miami, Florida, y que comenzó en mayo con 15 participantes en busca del premio de $100 mil. 

Parte de lo que la hace sentir victoriosa es haber sido seleccionada entre tantos que audicionaron para el programa. “Pasamos muchas etapas de evaluación”, recordó la también coach de reinas de belleza. “Estamos hablando de casi mil personas audicionando en todo Estados Unidos, de exámenes. De ahí bajaron a cientos (de aspirantes), y de cientos, bajaron a 40, y de 40 bajaron a 15”.

Ortiz, a su vez, siente la alegría de haberse levantado de la dificultad para comenzar una faceta que desconocía. El proceso de divorcio y el diagnóstico de artritis idiopática juvenil a su hija cuando la menor apenas tenía un año, le restaron motivación. “Caí en una depresión”, lamentó. “Me quedé en el cuarto. No quería salir. No quería comer. No quería hacer nada y mi hermana mayor, lo recuerdo como hoy, que todavía me da sentimiento hablarlo, me dijo, ‘mi hermana es una mujer que toda la vida ha luchado y tienes que luchar por tu hija’ ”, recordó sobre ese capítulo de su vida que vivió hace cerca de dos años.

Fue en ese momento que cocinar se convirtió en un refugio que comenzó a provocarle alegrías. “Nací en una familia de comerciantes y mis padres tuvieron una pizzería por muchos años”, compartió la chef natural de Canóvanas. “Estaba centrada entre pizzas, calzones y lasaña, que fue lo que aprendí a hacer en mi infancia”, añadió. Y aunque con el paso de los años aprendió algunas recetas básicas, lo cierto es que no era un interés principal. Sin embargo, tras la crisis, “la cocina se convirtió 100% en mi terapia”. Y ese bálsamo, logró que hoy viva uno de sus más grandes sueños. 

“Pase lo que pase en la competencia, en este proceso, con todo lo que aprendí, todo lo que he vivido ha sido tan mágico que literalmente yo me siento ganadora”, confesó emocionada la chef, quien confesó que “mi gastronomía favorita va a ser siempre la criolla, la puertorriqueña”.