Tan reciente como esta semana vimos uno de los casos más horribles que se dan a la luz pública sobre la violencia en el noviazgo de adolescentes. Un joven de 18 años prendió en fuego a su novia de tan solo 13 años.

Aunque esto nos parezca abominable y sacado de una película, son muchos los casos de violencia existentes en jóvenes y que no necesariamente llaman la atención de los medios noticiosos.

La pasada semana ofrecía un taller en un pueblo del área sur y estando en el baño escucho a dos jóvenes entre las edades de 20 a 22 añas hablando.

Una le relataba a la otra cómo su novio, con el cual había tenido una discusión, la llamaba cinco y seis veces corridas, pasaba por su casa y le enviaba mensajes a todas horas.

La otra, quien escuchaba con atención, le decía cuán “loco de amor” y desesperado por arreglar la relación parecía que estaba el joven.

Este suceso me dejó reflexionando sobre cómo se puede confundir al amor con la obsesión.

La violencia de género es uno de los problemas sociales más recurrente y con riesgo de muerte para las víctimas. Según las estadísticas de la Policía de Puerto Rico al 31 de diciembre de 2016 se reportaron en la Isla 9,197 casos de este tipo.

La mayor parte de las víctimas reportadas fueron mujeres, pero es de conocimiento general que los hombres también son víctimas de violencia por parte de sus parejas.

Lamentablemente, por el machismo, las burlas de amigos y familiares, además de no contar con total credibilidad, hacen que muchos hombres vivan patrones de maltrato sin buscar ayuda.

La violencia de género no necesariamente comienza en la adultez, muchas parejas de adolescentes comienzan a agredirse sin saber lo que realmente están viviendo. La violencia en la adolescencia puede ser psicológica, física y/o sexual.

Muchos jóvenes no saben que las conductas de su pareja son agresivas o violentas. La adolescencia, periodo que comprende de los 13 a los 17 años, es una etapa del desarrollo donde el joven busca independencia y la aprobación de sus pares. A pesar de esto, adolecen de la madurez para poder definir claramente si la conducta de su novia o novio es algo normal.

La mayor parte de las veces en este periodo de vida el maltrato psicológico es lo que predomina. Tanta es la presión que la pareja ejerce que, con el propósito de evitar peleas, cambian sus hábitos, abandonan pasatiempo o deportes, evitan a sus amistades, se aíslan de la familia y solo viven para esperar la llamada de su amada o amado para que no se enoje.

Cuando hablamos de maltrato físico nos referimos a:

o Golpes.

o Cachetadas.

o Quemaduras.

o Pellizcos.

o Alones de cabello.

o Empujones y patadas entre otras conductas.

Cuando hablamos de maltrato psicológico o emocional nos referimos a:

o Burlas.

o Desprecio.

o Acoso.

o Privación de relacionarse con familiares y/o amigos.

o Humillaciones.

o Control sobre la vestimenta

o Insultos

Este tipo de maltrato es el más difícil de detectar ya que sus marcas no son visibles, pero tristemente laceran la autoestima de la víctima.

Maltrato sexual:

Cualquier tipo de contacto sexual no aprobado por la otra parte.

Presión para tener relaciones sexuales como muestra de amor sin la otra parte querer. La víctima siente que si no lo hace perderá a su pareja.

Los adolescentes pueden ver el maltrato en cualquiera de sus manifestaciones como algo normal, como un juego o como una muestra del gran amor que le tiene su pareja. Es por tal razón que tanto a nivel escolar como familiar se debe estar atento a indicadores que pueden sugerir que esta problemática se está dando.

A nivel escolar, la orientación sobre lo que es violencia de género, la diferencia entre amor y maltrato es importantísimo para la prevención.

A igual, a nivel familiar debe ser un tema que se hable como parte de la orientación que todo padre debe tener con sus hijos.

Preste atención si ve que su hijo o hija:

o Discute frecuentemente por teléfono o en los contactos físicos con su pareja.

o Su estado anímico ha cambiado, se ve triste o esta irritable.

o Abandona actividades por hablar por teléfono o simplemente de la noche a la mañana dejo de interesarle sin razón alguna.

o Sus amistades ya no lo buscan como antes.

o Presenta golpes, hematomas, rasguños y se le dificulta explicar cómo sucedieron.

o Bajos niveles de autoestima.

Si estas cosas están sucediendo, no lo deje pasar por alto y busque ayuda.

Recuerde también que la violencia genera violencia y si en su hogar se vive esta situación hay una predisposición a que su hijo la emule como víctima o como victimario.

Si desea coordinar una cita con la Dra. Ingrid Marín Espiet, en su oficina localizada en el área metropolitana puede comunicarse al (787)222-4999.

Para consultas sobre este tema puede hacerlo vía email: imarinespiet@gmail.com