Cada tarde cuando busco mis hijas al colegio llego con el deseo de hacer muchas cosas divertidas. A veces quiero ir a comer mantecado con ellas, ir a jugar con los perros, acompañarlas a jugar con sus juguetes o simplemente tirarnos en la cama a ver una película. No importa que la hayamos visto mil veces, al punto de saberme los diálogos.

Sin embargo, esos deseos se pueden realizar siempre que no haya tareas. De hecho, desde días antes puedo saber si es posible o no, ya que tengo un calendario donde están anotadas las fechas de los exámenes. Al trabajo agendado se le suman las tareas que puedan llegar cada día. En ocasiones he sentido que el tiempo de compartir es algo atropellado, porque hay cosas que hacer de la escuela y quiero que sean responsables con que los trabajos se asignan para realizarse. Aclaro, no todos los días son así, pero hay unos que son para salir corriendo. Pero mi caso no necesariamente es igual al suyo, yo tengo tres niñas y si una no tiene asignaciones un día, quedan otras dos que probablemente sí. Afortunadamente si comparo con otros colegios, el de ellas no exagera en cuanto al trabajo para la casa.

Sin embargo, he escuchado a otras madres que tienen a sus hijos en diferentes escuelas, y por eso decidí hacer este escrito. De hecho, cada semana escucho como mínimo a dos personas diciendo que están cansadas de las tareas escolares de sus hijos, algunas con más razón que otras. La semana pasada escuché a una compañera de trabajo decirle a otra: “¿Cómo estás? Y la respuesta fue: “aborrecía de la feria científica del nene”. Acto seguido, aquel saludo se convirtió en una sesión de desahogo. Ahí comprendí que siempre hay alguien más apretado que uno.

Estoy de acuerdo en que la responsabilidad y los hábitos de estudios se le deben enseñar a los niños desde temprana edad. De hecho, voy más allá, los padres tenemos que ser un equipo junto a los maestros. Después de todo ambas partes buscamos lo mejor para los niños. Pero, ¿cuán efectivo es que un niño salga de la escuela de estar estudiando cerca de siete horas, para llegar a la casa a sumergirse en lo mismo? ¿Realmente es beneficioso? ¿Cómo hacen los padres que los tienen en deportes y actividades extracurriculares para poder cumplir con los deberes escolares? ¿A qué hora se acuestan esos niños?

Cada cual organiza su tiempo como mejor le conviene, sin embargo, he escuchado a mucha gente quejarse del volumen de trabajo que tienen sus hijos. En mi caso tengo la bendición de salir a las 2:00 de la tarde y puedo trabajar con ellas y terminar temprano, ya a las 6:00 de la tarde se acabó el asunto de las tareas.

No se trata de que los niños no tengan tareas, las asignaciones siempre han existido, pero entiendo que se debe evaluar la frecuencia de las mismas. No debe ser la norma que un niño llegue a su casa, se como algo y comience a trabajar de nuevo hasta que llegue la hora de bañarse y acostarse para al otro día comenzar con la rutina. He escuchado de niños estudiando hasta las 9:00 de la noche porque llegaron de la práctica de béisbol, de la clase de música, de francés, italiano, entre otras actividades.

¿Cómo lo hacen ustedes? ¿Cómo se organizan? ¿Han sacrificado las actividades extracurriculares para cumplir con el trabajo escolar? ¿Vale la pena que un niño esté en varias actividades y que tenga que estudiar hasta las tantas de la noche?

La idea de que respondas estas preguntas, es porque lo que a ti te funciona tal vez le puede ayudar a otras madres. En mi caso, el calendario es importante, estar organizadas y de esa manera logro que tengan tiempo para jugar. Las actividades especiales pueden esperar hasta el fin de semana.