No importa si es que no quieren comer, si se les manda a bañar, si le quitaste un juguete o si no se quieren dormir, hay niños que reaccionan a todo a grito limpio.

¿Qué haces? La respuesta inicial de muchos padres es desesperarse y, en su intento por apagar la ira de los pequeños, recurren a los regaños, las amenazas o a darles lo que les piden, por aquello de que “dejen de fastidiar”.

Pero, con esta actitud, ni están resolviendo el problema ni están evitando un nuevo episodio.

Según lo explica el psicólogo clínico especializado en niños y adolescentes, Enrique Gelpí Merheb, lo primero que hay que reconocer, si son pequeños, es que vienen de unas etapas sensoriales, motoras y orales, y todo lo bregan con las manos y la boca, tocando y mordiendo. Estas conductas son típicas del desarrollo y una manera de exteriorizar frustraciones. 

Pero, por regla general, este comportamiento se va a controlar a medida que la criatura avanza en su aprendizaje.

Sin embargo, hay niños que, incluso siendo mayorcitos, siguen con este tipo de conducta, y es a ellos a los que se les tiene que prestar más atención. Si no son de temperamento fuerte o tienen alguna condición física o neurológica, entonces el problema es disciplina.

Por otro lado, hay que reconocer que hay niños más “difíciles” que otros. No se puede esperar que todos los hermanos se comporten igual y tampoco se debe exigir al menor un comportamiento más avanzado a su etapa de desarrollo.

Es decir, es muy poco probable que un niñito de tres años se esté quieto durante dos horas completas. Y es justo en el momento en que se da el episodio, que los padres reaccionan gritando, fomentando que el pequeño grite aún más. 


¿Por qué lo hacen?

No todos los niños son iguales. Evalúa las reacciones de tu hijo objetivamente para que puedas corregirle debidamente.

Temperamento fuerte: Hay niños que tienen una disposición más difícil. 

Causa y efecto: Hay niños que han aprendido a conseguir las cosas gritando y los papás, por sacárselos de encima, les conceden inmediatamente lo que desean.

Entorno familiar: Si hay conflictos en la familia, el niño empieza a llamar la atención con este tipo de conducta bocona y agresiva, para que ambos padres dejen de pelear y le presten atención a él.

Problemas físicos: Puede ser que el caso tenga algún componente físico, como un problema de audición.

Toma nota

Lidiar con una niña o un niño gritón requiere estrategia, tiempo y dedicación. 

• Planifica para las situaciones en las que sabes que el nene se puede poner difícil. Por ejemplo, si vas a las tiendas y no le puedes comprar nada al niño, se lo dices de antemano, por lo menos un día antes. Al día siguiente, pídele que te recuerde lo que le dijiste y así tu hijo repasará las instrucciones y cuando lleguen a las tiendas sabrá que no puede pedirte nada.

• Evita la improvisación. Siempre ten un plan y dale al niño instrucciones claras y concisas.

• Evita la argumentación que puede aumentar la posibilidad de que el niño rete lo que le dices.

• Si siempre te pregunta “por qué” cuando le das una orden, tu reacción dependerá del contexto. Si está aprendiendo información sobre un tema, es importante y vamos a responder. Pero, si es para justificarse o cuestionar aspectos de disciplina o comportamiento, le vamos a contestar un primer “por qué”, y más ninguno. 

• Usa la empatía. Si bregas con un niño que siempre se queja por lo que le ordenas, puedes tratar de identificarte con él. Por ejemplo: ‘Sé que te molesta meterte a bañar, pero te toca ahora’. 

• Sé firme y aprende a decir que no. No tengas miedo de usar la remoción de privilegios si tu hijo insiste en una conducta negativa. 

(Fuente: Dr. Enrique Gelpí Merheb)