“Eres el hombre de la casa”. ¿Cuántas veces tu niño ha sido expuesto a este criterio? 

Todavía en nuestros días se escuchan adultos, incluso padres, dirigirse a un niño o a un adolescente con este pensamiento. Aunque para algunos puede tratarse de un razonamiento inofensivo o con un matiz bromista, ¿cuán inofensivo o serio puede ser compartir esta idea? 

“Cuando el que era mi esposo abandonó la casa, mi hijo mayor sintió que él tenía que tomar ese cargo”, recordó Verónica, una madre de dos varones que prefirió ocultar su nombre real. “Tenía 7 años. Recuerdo el día que se confirmó que mi ex ya no volvería, que mi hijo me habló y me dijo de las cosas que entendía que se tenía que hacer cargo. Pero le puse freno y le aclaré que yo era la que estaba a cargo de la casa. Aun así, lo sorprendía regañando a su hermano tratando de imitar cuando yo lo disciplinaba. Se creía papá de él”, añadió. 

De paso, lamentó cuán frecuente ha sido, tras el divorcio, que “familiares, amistades y hasta gente desconocida que se acercaba en la calle para hacerle gracia a los nenes, venir con ese comentario cuando el nene decía ‘soy el mayor’ ”. 

La psicóloga clínica Sandra Aponte observa que “aunque culturalmente muchos ven como gracioso o común decirle a un niño ‘tú eres el hombre de la casa’. No es recomendable hacerle ese tipo de expresiones al menor por varias razones. En primer lugar, porque no es cierto, el niño es un menor que no tiene control de las circunstancias que lo rodean y no tiene el conocimiento necesario y adecuado para autodisciplinarse”. 

El segundo aspecto que la experta en conducta humana comparte es que “el menor podría interpretar la frase como una invitación a tener una autoridad que no le corresponde”. Y por último, “si el menor es lo suficientemente inteligente para imaginar la responsabilidad de ser el ‘el hombre de la casa’, lo más probable es que sufriría de una ansiedad innecesaria”. 

Aponte enfatiza que “en la medida en que hemos profundizado en el estudio del desarrollo humano, se ha dado más importancia a cada etapa de la vida y la importancia de no omitir ninguna para un desarrollo saludable de la persona. Una posible explicación para que se continúe repitiendo ese tipo de comentario es la falta de conocimiento. Pero también puede estar basada en la creencia de la supremacía del hombre que aún permea en algunas personas de nuestra sociedad”.

Si bien se trata de un criterio difundido por décadas, la psicóloga es enfática en que, aunque la magnitud dependerá de muchos factores, “siempre hace daño”. A nivel general, podría ocurrir “desde ansiedad hasta un disturbio de grandes repercusiones en su vida”, explica. Por supuesto, cada caso “debe evaluarse por separado”.

A su vez, la psicóloga menciona que la mujer soltera o divorciada debe tener cautela en no transferir la figura masculina de la pareja ausente al hijo. “Esto podría ser síntoma de algún trastorno o disturbio emocional que la madre podría estar padeciendo”, aclara. 

En este sentido, Aponte hace referencia a los psicólogos John Friel y Linda Friel, quienes hablan del tema en su libro Adult Children: The Secrets of Dysfunctional Families (2010). “Cuando un menor realmente se cree el ‘hombre de la casa’ es porque el sistema familiar es disfuncional. Estos autores aseguran que se caracteriza porque los padres muestran algún tipo de adicción, al trabajo, a la comida, a las sustancias legales o ilegales, por mencionar algunas, o codependencia”, señala. “El adulto que delega el cuidado y la atención del niño al propio menor, con la excusa que es para aprender por sí solo a defenderse o cuidarse, está incurriendo en maltrato por negligencia”, advierte. 

Aunque para muchos adultos esta creencia pueda sonar inofensiva, lo cierto es que deben tener en cuenta que los niños procesan cierta información de una manera diferente. “Es importante que los padres se tomen el tiempo para explicar a su hijo que estos comentarios acerca de que es el hombre de la casa, no son reales aún”, menciona Aponte. “Que para que él sea un hombre adulto, todavía falta tiempo, que necesita primero estudiar, terminar una profesión o carrera y obtener un trabajo para que él determine si desea establecer su propio hogar o colaborar con su familia de origen, pero sin olvidar que los padres siempre son los de mayor responsabilidad y autoridad”. 

Del mismo modo, se debe enfrentar el tema en circunstancias en las que el menor se vea expuesto a escuchar esta idea. “Es importante explicarles a las personas cercanas al niño lo contraproducente que puede ser este tipo de comentario y solicitarles que se abstengan de inculcar creencias que pudieran afectar el desarrollo saludable del menor”, reitera la psicóloga.