Por doctora Madeleine Ruiz Girón / Para Primera Hora

El pueblo puertorriqueño vive el efecto acumulativo de eventos sociales y políticos que han minado su resistencia emocional llevándolos a una respuesta colectiva a través de marchas, protestas y publicaciones masivas a través de los medios digitales.

La imposición de una Junta de supervisión fiscal, la respuesta del gobierno tras el paso del huracán María, los recientes arrestos federales y la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló, entre muchos otros eventos, puede pintar un panorama desalentador. 

Las preocupaciones del pueblo van en subida y a pesar de que ayer muchos puertorriqueños celebraron la victoria por la renuncia, todavía hay personas que pueden estar experimentando una crisis emocional.

Una crisis se desarrolla cuando el individuo está expuesto de forma directa o indirecta a un evento peligroso o estresante, donde los recursos o capacidades del sujeto no son suficientes para sobrellevar los efectos emocionales negativos que éste le produce. 

Es decir, cuando la persona no sabe cómo reaccionar ante una situación determinada, experimentando una sensación de vulnerabilidad e inestabilidad.

Como reacción a una situación de crisis, la persona puede sentir desesperación, frustración y rabia, incluso puede llegar a sentir miedo o ansiedad y la persona se pone irritable o molesta. Como producto de la ansiedad, puede presentar problemas de atención y concentración. Puede pelear con los individuos de su entorno o, en otros casos, puede aislarse y paralizarse. 

Podría, incluso, presentar dolores de cabeza, problemas estomacales, problemas respiratorios y musculares, entre muchos otros síntomas. El individuo no puede ver posibles soluciones a un problema determinado.

De igual modo, puede experimentar pesadillas, insomnio, pérdida o aumento del apetito, sensación de fatiga e inestabilidad emocional (ira, tristeza). En algunos casos puede desencadenar en trastornos de ansiedad o trastornos depresivos.

Aunque la renuncia del Gobernador pueda representar para algunos la eliminación de un estresor y hasta un motivo de celebración, otros continuarán experimentado niveles de ansiedad, producto de la acumulación de tensión a la que estuvieron expuestos por semanas. 

A estos, les toca regresar a la normalidad en sus vidas y aprender a controlar sus emociones para volver a ser funcionales y efectivos en sus vidas privadas y profesionales. 

Recomendaciones

Controla el tiempo que pasas en las redes sociales. 

No es saludable pasar horas en las mismas buscando información o la opinión de otros.

Mantente informado, pero no te sobreexpongas. 

Sustituye la sobreexposición a los medios sociales por rutinas que te hagan sentir bien.

Realizar actividades como ver películas, leer salir de viaje o de paseo y hacer ejercicio son factores protectores.

Asegúrate que las fuentes de información a las que accedas sean confiables. Un suceso como el que acabamos de vivir tiene una secuela de acontecimientos y datos que, por su naturaleza, alimentan los rumores. Estos solo te van a producir incertidumbre y ansiedad.

Regresa total o parcialmente a tu rutina. Enfócate en tu trabajo o en aquello que te haga sentirte productivo. 

Encuentra un espacio para conversar sobre cómo te sientes con personas de confianza y que puedan ayudarte. Desahogarse o buscar refugio te hará sentir mejor. Habla de tu situación por un tiempo, pero que ese no sea el constante y único tema de tu conversación, porque ello puede continuar produciéndote ansiedad. 

Habrá personas que difieran de ti sobre los eventos pasados. Respeta su opinión y posturas. Experimentar coraje, tristeza e indignación en estas circunstancias es normal y válido. Sin embargo, debes controlar la forma en que expresas esas emociones.

Si sientes que continúas sintiendo tensión o perdiendo el control, busca ayuda profesional. Hacerlo es muy sabio.