Busco a alguien con mucho valor que me diga: ¿Cuál es el verdadero estándar para definir qué es una mujer bonita?

A juzgar por la forma en que vivimos y criticamos, sería bien difícil definirlo. Por eso, pienso que hay un gran dicho que dice: “Para los gustos los colores”. Una mujer es tan linda como el amor que se tenga a sí misma. Por más que lo dudemos o disimulemos, nuestro rostro refleja lo que guarda el corazón. No hay maquillaje ni pestañas postizas que valgan si el órgano que bombea los sentimientos tiene desperfectos o le falta engrase. 

En muchas ocasiones nos preocupamos por lucir radiantes y complacer a quienes nos rodean llevando las alhajas más modernas y costosas, tratando de deslumbrar con el físico lo que con el alma no podemos, y nos olvidamos muchas veces del vacío tan grande que llevamos dentro y que nos imposibilita sentir y vivir la verdadera felicidad.

Entonces, ¿para quién vivimos? Detengámonos a pensar y recapitular quiénes somos, qué queremos, qué tenemos, hacia dónde vamos y, sobre todo, a dónde queremos llegar.

La belleza es relativa y punto. Da gusto escuchar varones amigos de mi esposo decir que le encantan las gorditas bien llenitas, que ese es su tipo de mujer ideal. Entonces, ¿quién se atreve a decir que una mujer por ser gordita no es bonita? Solo un atrevido con pensamiento absoluto podría pensar eso.

Lo mismo le pasa con aquellos que se atreven a señalar a una flaca y describirla como fea por carecer de curvas. La diversidad es lo que nos hace especiales. La cantidad de opciones es lo que nos permite descubrir y escoger. Lo que no es válido es señalar o discriminar por el físico de una persona. El arte de ser mujer es mucho más que un cuerpo o más que un par de senos. Somos magia y perfección, con mucho poder sobre la Tierra para dar amor y vida. 

Es triste leer en las redes sociales a mujeres de gran corazón asegurar no estar satisfechas con lo que son. Ahí estriba el problema. Han sufrido tanto que su seguridad se derrumba y se autocastigan padeciendo de baja estima. ¡Cuánto dolor debe haber en ese corazón! Es ese el momento en que quisiera penetrar la red y llegarle de frente para decirle lo valiosas que son. Aclararle que nada ni nadie está por encima de ellas.

Amiga mía, la solución está en simplemente pararte frente a un espejo y decirte: ¡Wow! Soy bendecida, Dios me hizo mujer. El Creador nos ha dado toda la belleza y todos los poderes sobre la Tierra para mover el mundo. ¡Solo tienes que creértelo! Podemos ser tanto y cuanto queramos, y a nuestra vida solo entra quien nos ame y nos haga feliz.

Descartemos lo negativo en nuestras vida y aprendamos a amarnos tal y como somos porque somos hijas de un Rey. ¿De qué quejarnos si solo necesitamos vida para vivirla a plenitud?