CIDRA. A la maestra de arte Lotty Rivera Pérez  le bastó enfrentarse al camino difícil para sacar a pasear su creatividad y lanzarse a la confección de   zapatos, que ahora son su principal fuente de trabajo e ingreso.

Rivera cuenta que, luego de ejercer como maestra por más de una década, se cansó de no contar con el apoyo del Departamento de Educación y de sus constantes limitaciones. Se deprimió al punto que renunció. Sin embargo, ese también fue el impulso para tomar otro rumbo y darle forma a la idea que constantemente la rondaba: poder crear sus propios zapatos. Ahora es una realidad bajo la marca Bosque.

El nombre de la marca, primero le perteneció a una línea de ropa confeccionada por una de sus cinco hijas, Lizaimi. Pero Lotty la retomó -luego de culminar sus clases de diseño de calzado en Bernardi Studio, en Cayey- y creó una minifábrica. Le ha ido tan bien, que la felicidad se siente una vez entras a ese pequeño taller que levantó en la calle Práxedes Santiago, en  Cidra. 

El local era una antigua zapatería y ahora exhibe para la venta  cada uno de sus atrevidos y coloridos diseños. Al éxito de esta reinvención se unió su otra hija, Arlianis, recientemente su hermana Lilianna, y hasta su esposo que se convirtió en zapatero.

“Bernardi Studio enseñaba en ese tiempo (2016) a hacer carteras y alpargatas, y entonces voy. Todo fue muy rápido. Hago mis primeras alpargatas y antes de que se acabara la clase ya yo las tenía hechas. Le llevé unas que yo había hecho en casa. Y por ahí seguí sin parar, parecía una fábrica. Arlianis compartió una foto (en  redes sociales) de unas que hice bordadas, yo las bordaba completas, y eso fue… como que no lo podíamos creer. Todo el mundo dándole like. Se hizo viral. Eso fue en cuestión de un mes, y desde ahí empiezan a llamarme”, contó Rivera.

“Yo no quería utilizar telas comerciales, quería que mis zapatos tuvieran mi toque, y no me quedó más remedio, por la falta de material  en Puerto Rico, que hacer mis propias telas, imprimirlas, pintarlas”, explicó. 

Precisamente, ante esa escasez de materiales, Rivera junto a Arlianis, otras dos hijas y su instructora, deciden emprender un viaje a Perú,  y además ampliar sus conocimientos.  

“Fue un mes intensivo de hacer distintos tipos de zapatos, porque acá (en Puerto Rico) solo teníamos las alpargatas. Las primeras que hicimos fueron las ballerinas, hicimos oxford, stilettos y plataformas. Yo empecé con telas solamente, y desde Perú comenzamos a trabajar los cueros”, indicó Rivera.

Ahora no se les escapa un zapato a la vista, y tampoco  duermen pensando en lo que serán sus próximas creaciones. 

 “Yo era una fabriquita sola, hacía zapatos como loco. Trabajaba hasta de madrugada porque no podía parar. Yo me pongo a pensar y me pregunto, ‘¿cómo rayos yo hacía eso?’. Ya aquí (en el local) como que me recuesto porque ellas (Arlianis y Lilianna) tienen producción también. Hemos hecho un montón de zapatos en muy poco tiempo”, confesó. 

Actualmente, cada una de estas artistas trabaja sus diseños  por pedido, a través de la página de Facebook/Bosque, con miras a organizar una línea de producción. 

Para ellas, la creación de los zapatos se ha convertido en una terapia. Son felices haciendo lo que les apasiona dentro del mundo del arte al cual están  vinculadas. 

A la oferta de Bosque  se añaden las carteras estilo sobre,  confeccionadas por Arlianis, al tiempo que no descartan revivir la línea de ropa con la que se dio a conocer la marca. Esperan retomarla para primavera – verano junto con la nueva colección de zapatos. De igual manera, cuenta con los accesorios Poetas del Camino, también ideada y comandada por otra Rivera, Lireiza. Sí, porque en esta familia el arte se manifiesta y se expresa de diferentes maneras.