Todos se levantan firmes tan pronto hace acto de presencia en cualquier unidad. Dirigidos por el comando de ‘¡Atención!’, gritado por el soldado de turno, cada militar en el Campamento Santiago en Salinas se pone de pie para recibir a la general de dos estrellas Marta Carcana.

Los orígenes de la milicia de Estados Unidos abarcan más de un siglo de historia. Dentro de sus capítulos, se ha reseñado el rol de la mujer en un territorio que ha sido comandado, en su mayoría, por hombres.  Y en esas páginas, es la boricua criada en Toa Baja quien en 2015 logró figurar como la primera  puertorriqueña -e hispana- en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en obtener el cargo y el rango de General de Brigada. Actualmente, tras obtener su segunda estrella, es General de División. Bajo su mando tiene 8,000 soldados de la Guardia Nacional.

“Jamás pensé que iba a llegar aquí”, expresa pensativa la general, quien cuenta con 29 años de servicio militar. “Cuando entré a las fuerzas armadas pensé que iba a llegar a capitán, quizás. Y siempre decía a mi esposo que si lo lograba, con eso estaba bien y me retiraba”.

Sin embargo, su compromiso con la milicia la llevó más lejos. Dentro de los 50 estados de la nación norteamericana y sus territorios, “habemos cuatro ayudantes generales féminas en toda la Guardia Nacional: Maryland, Islas Vírgenes, Alaska y Puerto Rico”. A nivel local, “yo logré que se rompiera esa barrera, de que una mujer puertorriqueña no puede llegar a dirigir en las Fuerzas Armadas. Nunca había ocurrido, ni en el Army, ni Air Force, ni Navy, nada”.

Su nombramiento se hizo oficial  por el gobernador Alejandro García Padilla. “En estos momentos, soy el asesor del gobernador en asuntos de milicia”, revela con orgullo. 

El camino para llegar a donde está, no fue sencillo. A sus 16 años, en 1972, emigró con su mamá y dos hermanos a Nueva York, sin saber inglés. Con su esfuerzo, logró una beca.

Luego de ingresar a la universidad y estudiar enfermería, ejerció su profesión en Estados Unidos hasta 1986, cuando decidió ingresar a las fuerzas armadas. “Siempre había querido hacerlo. Y una mañana, saliendo de mi turno de trabajo, había una reclutadora en el pasillo del hospital y me dije: ‘Pues, vamos a ver si esta vez se da’. Entré a la Reserva (del ejército) de los Estados Unidos”.

Su decisión coincidió con su regreso a Puerto Rico, donde también ejerció como enfermera en varios hospitales. En 1996 ingresó a la Guardia Nacional.

“Hasta el 2001 mantuve mi rol como enfermera de día a día, y entonces en los fines de semana y campamentos era militar. Muchos de los roles que había que tomar en la casa, mi marido los tomó”, menciona la mamá de cuatro  varones, quien aclara que aunque tres son de su esposo, “son también mis hijos. Yo no veo diferencia en el amor de madre que les tengo”. Fue en 2001 cuando entra como empleada permanente de la Guardia Nacional.

En la actualidad, “mi trabajo para los Estados Unidos es tener tropas que estén disponibles para el servicio federal; para el gobierno de Puerto Rico, tener tropas que puedan servir a nuestro pueblo”. Una tercera misión tiene que ver con “la de hacer relaciones con nuestra comunidad”.

Su lista de condecoraciones militares es larga, incluyendo la Medalla de Campaña Kosovo, Medalla de Servicio Expedicionario en la Guerra Global contra el Terrorismo, y Distintivo de Servicio Ultramarino. Pero la general no se distrae con los galardones. Al contrario, al verla interactuar con los soldados, tras el saludo militar tradicional, es notable el cariño que sienten hacia ella. “Aunque sean subordinados a mí, los considero mis compañeros de trabajo, la gente que me apoya”, manifiesta convencida Carcana, quien le gustaría que la cantidad de mujeres en la Guardia Nacional  superara el 12% del presente.