En un mundo en que se habla tanto de inclusión y tolerancia a la diversidad, las mujeres aún tenemos que lidiar con estereotipos que nos persiguen hace décadas. 

En la sociedad hay unas concepciones que son como una especie de muletillas que no nos abandonan: guiamos mal, somos pocos solidarias con otras mujeres, somos más chismosas que los hombres y somos el sexo débil. 

Estos conceptos son como camisas de fuerza de las que no podemos liberarnos, aunque las estadísticas prueben lo contrario. 

Según la Administración Nacional de Seguridad en la Carretera, al año 6.1 millones de los accidentes son causados por hombres en comparación a los 4.4 millones que son ocasionados por mujeres. Esto, incluso, a pesar de que son más las mujeres que tienen licencias de conducir en comparación con los hombres, con 105.7 millones de conductoras versus 104.3 conductores, en los Estados Unidos.

“Esas formas de pensar son absurdas y se lo cree quien quiere. Nada más hay que ir a las estadísticas policíacas, a los salones de belleza, a las barberías para darte cuenta que eso es relativo y tan variado como la vida misma. Porque hablando del área de conducir al buscar las estadísticas, ¿quiénes chocan más? No son las mujeres, son los varones. Sin embargo, las pólizas de seguro de los carros son más caras las de las mujeres, a pesar de que los hombres son los que más causan accidentes”, destacó Nannette Vera, quien es maestra de escuela elemental.

A pesar de avances tecnológicos, una apertura social a romper con los esquemas y la gestión de miles de mujeres que por décadas han luchado por la igualdad, desde que somos niñas nos toca enfrentar los estereotipos.

Uno de los más señalados son que las mujeres no somos solidarias con otras, en cualquier ámbito, pero se acentúa más en lo profesional.

“Pienso que las generalidades son fomentadas por los mismos estereotipos de que nosotras vivimos en una competencia con nosotras mismas. Pero eso tiene mucho que ver con el estereotipo de que para las mujeres ser felices, estar completas en sus vidas tienen que pasar por las distintas etapas de tener novio, si es posible uno solo, para después casarse y tener niños y niñas. Y es nuestra responsabilidad si algo sale mal en el funcionamiento de ellos y si todo sale bien son los nenes de papá. Son estereotipos y conceptos que se transmiten todo el tiempo, porque a la sociedad patriarcal le conviene tenernos divididas y que tengamos esos conceptos para que no unamos nuestras fuerzas para reclamar lo que de verdad nos corresponde”, destacó Josefina Pantojas, coordinadora de la Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora.

La activista por los derechos de la mujer recalca que en su experiencia ha visto todo lo contrario, pues ante la enfermedad, el desamparo y otras situaciones duras, son las mujeres las primeras en brindar ayuda.

“No puedo decir ‘eso nunca pasa’ porque se fomenta que así ocurra, por la misma sociedad, por los estereotipos que se reproducen. Pero en la experiencia que he tenido con otras mujeres, no solamente del mundo feminista, es que son bien solidarias con aquellas que están enfermas, que necesitan una colaboración económica. Que tienen que resolver y hay que cuidar al niño o al anciano. Nos ayudamos las unas a las otras y es una solidaridad incondicional”, destacó Pantojas.

Para Lucía del Valle, quien labora como contable, la manera en que criamos a nuestros hijos tiene mucho que ver con que los estereotipos se sigan transfiriendo, de generación en generación, pues son conductas aprendidas.

“Tiene que ver con la crianza, llevándoles a las niñas el mensaje incorrecto de sobreprotección, a veces exigiéndoles unas cosas, privándole a los niños otras. A veces parece que pasamos eso hace 20 o 30 años, y no es así; lo veo todo el tiempo en la escuela de mi hija. La manera en que nosotros, las madres y los padres, tratamos a los niños, la manera en que se fomentan ciertos intereses en unos y no en otros, marcando los roles. De otra parte, se ve el otro extremo, queremos tanto no limitar a los niños, pero a veces veo que no es de la manera correcta, no es natural sino impuesto”, comentó Lucía.

En el mundo de los estereotipos es casi un cliché las mujeres chismeando en salones de bellezas. En Puerto Rico no hay estadísticas sobre el tema, pero al juzgar por la condición humana, estudios hechos en países como Inglaterra e India han revelado que los hombres dedican a chismear un 20 por ciento más al día que las mujeres. El estudio también reveló que el sexo masculino no puede guardar un secreto más de tres horas.

“Todo es parte de una cultura del machismo, porque son concepciones irreales que han permeado en la sociedad por los siglos de los siglos y hay que cambiarlas. Sí existen mujeres chismosas, poco solidarias y otras que no saben conducir bien. Como existen hombres chismosos, pocos solidarios y que no saben conducir bien. Es lo mismo, lo que pasa que lo han tratado de adjudicar solo al género femenino y no es correcto. Todo es parte del trabajo que todavía queda por hacer”, aseguró la comerciante Laura Ruiz.