Si me hubieran dicho que iba a ser tan feliz como lo soy hoy día, ¡jamás lo hubiera creído! Me lamo Rocky y, si se fijan en la foto de la izquierda, estaba en los huesos cuando me rescataron en Gurabo. Mi madrina me llevo donde el veterinario  Dr. Alverio, en San Lorenzo, y él me salvó. Luego, papi fue a conocerme a casa de ella y yo, bien listo, puse mi cabecita en su falda... y el resto es historia. ¡Adiós, sufrimiento; hola, felicidad!