“Quiero”, contesté sin titubear cuando me preguntó si estaba dispuesta. 

“Bienvenido querido doble, a mi vida”, enuncié, comprendiendo que tenemos dos tiempos diferentes a la vez: un segundo en un tiempo consciente y miles de millones de segundos en otro tiempo imperceptible en el que podemos hacer cosas cuya experiencia pasamos luego al tiempo consciente, según señala Jean Pierre Garnier Malet. 

El fenómeno del desdoblamiento del tiempo nos da como resultado el hombre que vive en el tiempo real y en el cuántico, un tiempo imperceptible con varios estados potenciales: memoriza el mejor y se lo transmite al que vive en el tiempo real, confirma Malet, autor de la teoría del desdoblamiento del tiempo y el espacio. De inmediato comencé a combinar esta teoría con las que yo insisto. Conocer eso del pensamiento y del tiempo, el mío y el tuyo, el nuestro, es vital para empezar a crear futuros potenciales favorables y benévolos para todos y todas. 

Gracias a que en cada instante presente tengo un tiempo imperceptible en el cual fabrico un futuro potencial, lo memorizo y, en mi tiempo real, lo realizo. Todo porque entre dos instantes perceptibles siempre hay un instante imperceptible. Ah, y para mi colmo de bienes, es todo con el pensamiento. Entre el yo consciente y el yo cuántico se da un intercambio de información que nos permite anticipar el presente a través de la memoria del futuro. 

Somos a la vez cuerpo y energía, capaces de ir a buscar informaciones a velocidades ondulatorias. Algo que realizamos durante el sueño paradoxal, cuando estamos más profundamente dormidos y tenemos nuestra máxima actividad cerebral, advierte Malet. Tiempo en el que se da el intercambio entre el cuerpo energético y el corpuscular. Intercambio que permite arreglar el futuro que he creado durante el día, lo que hace que al día siguiente mi memoria esté transformada. 

De todo esto, lo más importante es que fabricamos potenciales con nuestro pensamiento. Si, por ejemplo, pienso en una catástrofe, ese potencial ya se inscribe en el futuro y puedo sufrirla, otra persona o yo. Por tanto, la conclusión es: “No pienses en hacerle a los demás lo que no quisieras que los demás pensaran en hacerte a ti”, señala Malet. 

Reconociendo que es difícil controlar el pensamiento, el autor nos advierte que justo antes de quedarnos dormidos tenemos un minuto de control. Basta con que durante ese minuto controlemos; esa es la manera de conectar con esa parte energética, llamémosla el doble, para pedirle que solucione los problemas, señala el autor. Su teoría postula que la noche también nos guía los pensamientos del día siguiente. 

¿Habrá algo en tu vida que quieras cambiar? Recuerda, si quieres, yo quiero...