Hoy, Día de San Valentín, muchas personas regalarán flores como un gesto de amor. Pero definitivamente, serán los chocolates los grandes protagonistas.

¿De dónde viene esta costumbre? 

Aunque la tradición de San Valentín data de la era Romana, el regalar chocolates se debió a varias coincidencias.

La primera de ellas se remonta al 1800, lo que se señala como una estrategia de ventas del genio británico Richard Cadbury, quien junto con su familia fabricaba chocolate. Buscando una forma de utilizar la manteca de cacao que se extraía durante la elaboración del licor de chocolate, descubrió cómo hacer barras de chocolate buenas y baratas. Así, este manjar que llegaba solamente a una clase adinerada sería degustado por más personas. 

Su siguiente paso fue crear hermosas cajas, con cupido y rosas, que fueron muy populares en la época victoriana y consideradas como el símbolo del romance. No hace falta decir que sus chocolates se vendieron como pan caliente. Precisamente, Cadbury fue quien inventó la caja de chocolate con forma de corazón y cambió el Día de San Valentín para siempre.

Mientras, en Estados Unidos, justo a principios de siglo XX, el Día de San Valentín fue ganando popularidad entre los jóvenes de la época. Los chocolates también dejaron su marca en 1907 cuando pioneros como Milton Hershey comenzaron la producción comercial de kisses, chocolates de tamaño reducido. 

Pero fue la chocolatier Russell Stover quien relacionó esta delicia al romance. En 1923, Stover y su esposo comenzaron a vender chocolates envueltos en cajas con forma de corazón, una palo entre los amantes del chocolate. Su secret lace heart, que contenía chocolates en una caja de chocolate cubierta de satén y encaje negro, fue su mayor éxito. 

Poderes afrodisíacos 

Sea mito o realidad, el chocolate se ha relacionado con la pasión por sus poderes afrodisíacos.

En un reportaje publicado por La Nación, en Argentina, se señala que desde el comienzo de la historia, el hombre buscó fórmulas mágicas en su afán de seducir y conquistar. Persiguiendo esa meta, fue descubriendo distintos alimentos, plantas y productos para aumentar el deseo y la potencia para prolongar la intimidad.

Antiguamente, a todo alimento novedoso que provenía de tierras lejanas se le atribuía cierta carga erótica. Esto se dio especialmente con el descubrimiento de América y su variedad de cultivos.

Sin embargo, las primeras referencias históricas respecto del efecto estimulante de ciertos vegetales sobre el apetito sexual se remontan a documentos muy antiguos.

Una de las primeras menciones proviene de los papiros médicos egipcios -que se especula datan de los años 2200 y 1700 antes de nuestra era-. La palabra “afrodisíaco”, se deriva del nombre de la diosa griega Afrodita, relacionada con el amor, la fecundidad y la energía primaveral.

Por otra parte, se dice que los europeos descubrieron este tipo de comida en la Edad Media y le incorporaron especias como pimienta, nuez moscada, jengibre y menta; sustancias que los caballeros cruzados habían probado en países lejanos, sobre todo en el Oriente.

También en el Kamasutra -el emblemático texto amoroso indio- se indican distintas maneras de incrementar el vigor sexual, con alimentos como la leche y la miel, reconocidos como fuentes de energía.

Y por supuesto, el chocolate, convertido en una delicia universal y llamado por los olmecas (cultura que se desarrolló siglos pasados en Mesoamérica, en la región costera del golfo de México) el “regalo de los dioses”.

Este dulce, a base de cacao, es un fuerte estimulante, capaz de activar con su sabor puntos sensitivos del ser humano, generando altas dosis de placer.

No se quedan atrás

Además del chocolate, a otros alimentos se les atribuyen propiedades afrodisíacas

Azúcar moreno: La falta de azúcar provoca una mayor producción de adrenalina y esta hormona bloquea cualquier respuesta favorable al sexo.

Apio: Al igual que cualquier alimento que actúe sobre los órganos urinarios, el apio tiene un moderado efecto afrodisíaco, aún más si se toma su caldo. Unido a la remolacha el efecto es aún mayor.

Avellana: Se consume, en algunos lugares, en el banquete de boda e incluso se coloca junto a la cama de los recién casados.

Frambuesa: Esta fruta es más adecuada para la mujer ya que contribuye a relajar los órganos sexuales.

Ginseng: Un té tibio, es un brebaje totalmente seguro y sumamente eficaz. 

Salvia: Esta planta no podía faltar en ningún jardín de la antigua Grecia.

Avena: Los copos de avena son muy útiles en la mujer sin entusiasmo, pero apenas tienen efectos en el varón.

Miel: Aquello de irse de luna de miel proviene de la costumbre de regalar a los amantes jarras llenas de miel para que sus primeros encuentros amorosos estuvieran coronados por el éxito.

Soja: Suele restaurar disfunciones sexuales.

Azafrán: Es estimulante y vasoconstrictor.

Clavo: Potente afrodisíaco natural muy útil también contra el cansancio mental y físico.

Cilantro: Efecto eufórico en las mujeres (los hombres no deben consumirlo en grandes cantidades, pues supone el efecto contrario)

Comino: En la antigüedad se lo utilizaba para preparar filtros de amor.

Mostaza: Estimula la acción de las glándulas sexuales.

Pimienta: Su orígen procede del latín “pigmentum”, cuyo significado es “colorante de materia orgánica”, y los romanos la empezaron a utilizar en Egipto como droga afrodisíaca en primer lugar, y posteriormente como condimento. También en la Edad Media se habla como estimulante sexual de este grano.

(Fuente: El Comercio Argentina)