La mayoría de nuestra vida gira alrededor del aspecto interpersonal, por lo que es importante asegurar que mantenemos vínculos relacionales saludables. Aunque es parte de nuestra evolución como especie mantenernos vinculados a otros, las relaciones tóxicas es algo que todos en algún momento experimentamos.

No es de apego de lo que hablo. El apego desde el punto de vista psicológico es bueno y necesario para desarrollarnos saludablemente. Es cuando el apego se vuelve tóxico que entonces vemos el apego como problema. Usualmente, la mejor manera de identificar cuando una relación es tóxica es cuando comenzamos a dudar si mantener ‘x’ relación es saludable. La duda es en sí un indicador de que hay algo que no está funcionando. Lo segundo es que la toxicidad es algo que los otros también ven, por lo que buscar retroalimentación de otras personas también es muy útil. La intuición personal es nuestro mejor aliado. Aunque no se tenga explicación lógica, si se siente lo tóxico con eso es suficiente.

Por otro lado, se tiene el propio cuerpo. Cuando pensamos en algo tóxico para el cuerpo físico quizás se nos viene a la mente un alimento pasado de tiempo, algún virus o una bacteria, pues todos estos producen síntomas físicos que son fáciles de identificar. Al mismo tiempo, el cuerpo busca cómo eliminar el malestar de la forma más rápida. Sin embargo, no pensamos que cuando algo es tóxico emocionalmente nuestro cuerpo tiene un mecanismo parecido para dejarnos saber que algo anda mal. 

Incluso, los síntomas de malestar emocional pueden ser muy parecidos a los que se experimentan cuando se trata de un malestar causado por razones físicas. Por lo general, por no decir siempre, el cuerpo sabe reconocer toxicología en nuestras relaciones. Solo hay que hacerle caso y salir de la relación tóxica cuanto antes. Mientras más tiempo demoremos en salir de una relación toxica más tóxicos nos quedamos, lo que hace que la recuperación tome más tiempo.

Algunas de los síntomas que pueden experimentarse en una relación tóxica son los siguientes:

* Malestar general

* Desilusión y frustración con la interacción interpersonal

* Baja autoestima

* Confusión e indecisión

* Sentimiento de estar atrapado

A veces nos quedamos enganchados en los porqués y eso demora nuestra salida. Los motivos pueden ser variados, pero, en resumen, se deben a las siguientes dos posibilidades: las relaciones tóxicas llegan a la vida de cada quien como eventos aislados o como un patrón personal en el que se escoge el mismo tipo de relación que produce malestar. 

Indiferentemente de cómo sea que surja la relación tóxica, lo que tenemos es que saber identificarla para poder salir de ella lo antes posible. Hay que recordar que la meta al identificar una relación toxica es acabar con ella, salir de ella o transformarla radicalmente.

La mejor forma de salir de una relación toxica es siendo radicales, ya que al estar en un estado de confusión podemos retomar la relación en cualquier momento. Hay que pensar en las necesidades personales y asegurar que se llenan a cabalidad. Activar la red de apoyo también es bueno. Ser consecuentes con nuestra decisión nos permite fortalecer nuestros límites y establecer una nueva forma para relacionarnos. Ponerse una meta de tiempo es también útil para poder acabar con este tipo de relación. El tiempo nos da espacio para experimentar la vida sin la relación tóxica y eso termina por convencernos de que lo mejor para nosotros es estar sin esa relación. Esto lo hacemos cuantas veces sea necesario a lo largo de nuestras vidas.