Esta columna se la quiero dedicar a uno de los mejores astrólogos de todos los tiempos: nuestro querido, Walter Mercado. Es uno de los puertorriqueños más influyentes en nuestra historia moderna. De alguna manera u otra todos esperábamos sus mensajes, su imagen y su nombre como parte de nuestra conexión con lo desconocido y el porvenir. Gracias maestro, por tanto.

Muchas personas piensan que Walter Mercado no era astrólogo. Como en mi carácter personal y profesional, tuve la oportunidad de conocerlo, les digo que sí lo era: un gran astrólogo y ser humano. Tenía muchos estudios en astrología y también de diferentes filosofías espirituales, así como tenía una gama de conocimiento sobre la conducta humana y las múltiples religiones.

Muy pocas personas son las que, a mi entender, logran tener un conocimiento tan amplio en la vida. Es importante poner en contexto su edad. Él nació en 1932. En esa época aún no había ocurrido el movimiento de derechos civiles y Puerto Rico era mayormente un país de escasos recursos de todo tipo, donde pocas personas tenían acceso a estudios universitarios y mucho menos a conocimientos fuera de la norma.

La familia de Walter tenia que, definitivamente, ser progresista y él también lo era. Pudo estudiar drama y astrología. En esa época y, aún ahora, ambas carreras siguen siendo marginadas y juzgadas. Muchos pueden creer que quienes lo estudian no tienen un futuro profesional próspero o serio. Pero, Walter fue el genio que cambió la historia. Logró poner en alto ambas profesiones. La única forma que podía llegar a la cima era creando un personaje muy vistoso para poder ser escuchado e integrado en la televisión.

Tuvo la visión de entender lo que vendía en la televisión puertorriqueña (curiosamente es lo que aun se busca en la televisión): los personajes. Lo diferente de Walter es que su personaje, que era el vehículo para manifestar su persona, tenía el conocimiento de la ciencia de la astrología. Además, era sensible, podía hablar de cómo es la gente, hacer predicciones y conectar amorosamente con el público. Su mensaje siempre era uno positivo. Daba esperanza, lo que para todos era una compañía.  

Para mí, Walter fue compañía también. Desde los 14 años andaba en la búsqueda espiritual y en el entendimiento de mí misma. Walter fue esencial en mi crecimiento en la juventud. Sus horóscopos eran guía para una pececita como yo. Fue en esa época de mi vida que tuve mi primera consulta astrológica, la cual me expuso a una información de mí misma que jamás se me olvidará. Jamás pensé que terminaría integrando la astrología a mi carrera doctoral en psicología clínica. Así ocurrió. Tuve la oportunidad de estudiar astrología profesionalmente y hoy día tengo 10 años de carrera profesional en ello. Walter fue parte de lo que me inspiró a lograrlo. Walter nos dio tanto a todos a nivel personal, pero en mi caso, también lo hizo profesionalmente.

Walter abrió muchos caminos: el de ser como sea como uno quiere ser, hacer lo que uno quiera hacer profesionalmente y el más difícil de todos: poner la ciencia de la astrología en alto y en visibilidad mundial. Ahora nos toca a los jóvenes astrólogos como yo a continuar el legado.

Es por eso por lo que quería dedicarle esta columna a este maestro. También, para comprometerme con él y conmigo misma que es ahora más que nunca que debemos educar y hacer que cada día más personas sepan sobre lo valioso de la astrología. Es una guía certera para entender la naturaleza individual, tomar decisiones y trabajar con el mejoramiento personal inigualable. Es mucho más que horóscopos. Es una de las formas en la que se puede verdaderamente entender la individualidad y encontrar el camino del propósito de vida. No es adivinar ni tampoco es antireligioso; la astrología es inclusiva en torno a todas las visiones. La mejor forma de experimentarla es en la consultoría profesional, en la lectura y su aplicabilidad. Como le digo a mis clientes, todo lo que dice la astrología es comprobable a través de tu propia experiencia.

En fin, gracias Walter por propulsar este trabajo. Haré lo mejor posible por continuar este trabajo, claro, con mi estilo porque después de todo, así lo hubiera hecho mi tocayo de nacimiento (ambos cumplimos el 9 de marzo). Le meta es continuar abriendo paso a la astrología como una ciencia humana.