Una de las experiencias más rigurosas que han aportado grandemente en mi camino (y estoy segura que en el de muchos que han vivido experiencias similares) han sido los 32 días en Sivananda en Quebec, Cánada, mientras estudiaba para la certificación de Yoga Siromani hace trece años.

Más de cien personas de todas partes del mundo despertábamos al sonido de una campana a las 4:45 de la mañana para comenzar una meditación de hora y media. Luego de dos clases de yoga al día, de dos horas cada una, trabajo obligatorio de karma yoga, clases de filosofía, el estudio del Bhagavad Gita (libro sagrado), comida vegetariana dos veces al día en las mismas horas, meditación a las siete de la noche y la campana volver a sonar para ir a dormir. El día terminaba a las diez con la luna alumbrando aquel cielo lleno de estrellas y en cansancio todos íbamos a dormir para hacerlo todo nuevamente el próximo día. 

Además de aprender sobre el valor del tiempo y los horarios, todo el proceso de baños comunes, la misma vestimenta para todos, el uso de los mismos recursos, las mismas oportunidades y la no necesidad de usar zapatos en la mayoría de los salones, definitivamente trabajaba en la humildad de cada cual y nos enseñaban la gran verdad de que para ser feliz no es mucho lo que hace falta.

De la misma manera y por ser un grupo de aprendices tan numeroso, se vive la experiencia de hacer una comparación con el resto del mundo. Allí habíamos gente de todas partes y las necesidades eran las mismas.

Sirvió de gran manera para también reconocer que cualquier camino o fuente que ofrezca un mensaje de bien, vale la pena escucharlo y, mejor aún, cuando dejamos nuestro cinismo a un lado. Así que, aquí les comparto uno que hace poco escuché en otro camino; reducir o eliminar la ansiedad y el estrés solo con observar la mente. Así como cuando estamos en un lugar y escuchamos una conversación inevitablemente, de la misma manera escuchemos el diálogo que hay allá dentro de la cabeza. 

No solo nos daremos cuenta de que casi siempre la conversación es la misma y redundante, además podemos observar si el pensamiento es constructivo o no. El ejercicio para poder lograr este proceso consiste en escuchar nuestro pensamiento y poder mirarlo separado a la emoción. También, funciona escribirlos. Por ejemplo: en vez de decir “estoy de mal humor”, al mirarlo desde afuera podemos cambiar la acción al decir: “estoy pensando que estoy de mal humor”. De esta manera la reacción de nosotros ante el supuesto hecho cambia. 

No podremos cambiar las actitudes de los otros o las malas noticias de un país, pero sí nuestras perspectivas, emociones y reacciones al respecto. Esto se logra solo con mirar, escuchar y estudiar nuestra mente. Esto se da, paso a paso, con paciencia. Nadie es perfecto ni lo será nunca, así que cuando estemos en el ejercicio y también pasemos por momentos de prueba, seamos compasivos con nosotros mismos.  

Igual de intensa que fue la experiencia en la preparación como maestra de yoga, hoy les invito a que seamos diligentes, persistentes y determinados en observar y transformar la forma de pensar, abriendo espacio a la certeza y no a la duda y veamos qué sucede. El bien de crear y ser consistentes en nuestros hábitos aporta mágicamente en todas nuestras experiencias.

Sugerencias:

1. Escucha tu pensamiento, comienza a practicarlo con ojos cerrados.

2. No juzgues lo que piensas, más bien míralo.

3. Repite lo que pienses desde otro punto de vista: "Estoy pensando que…”

4. Observa el cambio en la emoción de uno a otro.

5. Fluye en el proceso, sé paciente en el proceso.

6. Disfruta los resultados del cambio.

7. Sé compasivo con el proceso de otros.

8. Toma decisiones en sabiduría.

9. Para ser feliz da Lo Mejor de Ti