Sandra Grandez es psicóloga y mamá de Ignacio, de 5 años. “Para mí, el desafío más grande de tener un hijo único es mantener un punto medio entre amarlo desmedidamente y no darle todo en el momento y en la manera que él quiere. Hay que tener mucha paciencia. Es un reto diario”, admite.

La directora del Centro Psicovilla explica que la demanda de los hijos únicos suele ser muy alta. Tienen a todos los miembros de la familia a sus pies y la casa gira en torno a sus actividades. Podrían convertirse, sin una guía apropiada, en lo que se conoce como niños tiranos o dictadores.

El psiquiatra español Javier Urra -doctor en psicología y autor de El pequeño dictador- los define como “(aquel niño) que piensa que primero es él y luego él. No se pone en el lugar de los otros, no siente empatía, ni le importa ponerse histérico o gritar en la puerta de una juguetería para conseguir sus objetivos”.

Grandez explica que a este tipo de niños hay que enseñarles a controlar su aburrimiento mientras esperan la comida en un restaurante (no vale el uso de tablets en la mesa), esperar en una fila y respetar a las personas a su alrededor aunque estén molestos. Los adultos, a su vez, tenemos que dar el ejemplo y no estar pegados al celular.

“Es nuestra función como padres resolver el problema de fondo tras una reacción negativa y límite como es una rabieta, con el fin de evitar frustraciones que se puedan acumular en el menor, así como para comprender mejor su conducta”, acota.

Ante un berrinche, la especialista sugiere primero evaluar la situación con el fin de poner en contexto la reacción del niño. “Hace unos días, mi hijo no se quería bañar. Empezó a levantar la voz para decir que aún no había terminado de jugar. Al hacer una lectura de lo que realmente le estaba pasando a Ignacio nos dimos cuenta que como adultos no estábamos siendo flexibles en un momento que sí se podía. Era viernes, no tenía tareas ni actividades extracurriculares”.

En la misma página

A su juicio, la clave también está en flexibilizar nuestra rigidez. “Si me hubiera quedado con ‘no, tiene que bañarse y se acabó’ perdíamos los dos: adultos y niño. En algún momento vas a meter la pata en abordar estas situaciones. Por eso es bueno conversar con la persona que te ayuda en la crianza para estar en la misma página”, recomienda.

Vania Sobrevilla, psicóloga y terapeuta sistémica de Epojé - New Psychological Thinking, se especializa en terapia individual, familiar y de pareja. Esa vasta experiencia le ha permitido conocer distintos tipos de familia. “Algo que veo muy a menudo es que papá y mamá tienen estilos opuestos de crianza y eso puede afectar mucho al niño”, indica.

La especialista comparte un caso. “Llegó a mi consultorio una mamá que se quejaba de que no podía ir al supermercado, porque su hija de dos años corría a escoger lo que quería. Su papá se lo permitía. Allí tuvimos que trabajar con ambos para ajustar pautas de crianza y establecer límites”, recuerda.

¿Qué hacer?

 Sobrevilla brinda tres pasos que te ayudarán a desarrollar una crianza adecuada para tu hijo. El primer paso es aprender a decir que no, siempre acompañado de una explicación. El objetivo de corregir estas conductas desde pequeños es que una vez adultos tengan la capacidad de superar frustraciones, como no ingresar a la universidad o perder un trabajo.

El segundo es validar las emociones del pequeño. “Intenta encontrar aquel granito de verdad detrás del comportamiento del niño. Es muy difícil para un menor, incluso para los adultos, describir con palabras lo que están sintiendo. No lo menosprecies ni los ridiculice. Presta atención al tono de voz que usa, a aquello que no nos está diciendo para entenderlo mejor”, explica.

El tercero consiste en crear una estrategia que los ayude a pensar. Darle a los niños un tiempo fuera cuando se hayan portado mal puede resultar positivo. “Para ayudarlos a reflexionar sobre el efecto de su conducta en otros, llévalo unos minutos a un espacio neutro en casa a que se calme. Luego, enséñale cómo puede resarcir su daño”, apunta.

Y si nada funciona, busca ayuda de un profesional de conducta.