La palabra cáncer trae en sí misma una carga de dudas e incertidumbre que, al momento de un diagnóstico, no debe ser fácil para quien la comunica ni para quien la recibe.

La noticia trastoca de inmediato el entorno de la persona afectada y cuando hay menores dentro de ese núcleo, la manera en que se les comunica será determinante para entender lo que ocurre en el cuerpo de mamá, papá, tutor, abuelos u otro ser querido.

El proceso, según advierte la sicóloga clínica Roxany Rivera Hernández, es complicado para los familiares, porque sus emociones están comprometidas, por lo que es necesario esperar a estar listos para hablar con calma y claridad con los menores.

Al momento de la conversación es importante considerar la etapa de desarrollo y edad del niño o niña para definir de qué forma se le llevará el mensaje.

“Antes de los ocho años vamos a hablar de la forma más concreta y sencilla posible, donde los detalles se mantengan claros. Puede ser visual y verbal, donde se le enseñe el dibujo del cuerpo y se le explique que el cuerpo está compuesto de células y órganos, y a veces esas células u órganos se enferman, y a veces necesitan alguna medicina para tratarse”, recomendó la especialista en disciplina positiva.

Otros aspectos importantes que ese menor debe conocer es el tipo de cáncer, qué parte del cuerpo afecta, qué tratamiento recibirá y qué cambios físicos pudiera presentar el ser querido con cáncer para que las dudas sean las menos posibles.

“Ya cuando es adolescente o más grande es importante contestar las preguntas que tenga el niño; van a pedir ver fotos, o leer más sobre la enfermedad y el tratamiento que va a recibir el papá o la mamá”, expuso Rivera Hernández.

Entre los tres y cinco años los niños necesitan a los padres para completar sus actividades, por lo que siempre deben saber quién va a estar siempre presente para ellos.

Algo puntual para la comprensión es que los menores entiendan que de ninguna manera son culpables de lo que le ocurre a ese ser amado y que tampoco es una enfermedad contagiosa, por lo que la conducta afectiva no debe cambiar en su ambiente de hogar.

“La enfermedad del cáncer trae a colación el tema de la muerte, lo que es difícil de enfrentar hasta para el mismo paciente, porque tiene miedo de que eso ocurra, así que es importante no adelantarnos al futuro y detenernos en la información relacionada a la etapa de la enfermedad y la edad del niño”, puntualizó la especialista en conducta humana.

Una vez el menor recibe la noticia es muy probable que refleje uno o más cambios en su conducta, comunicación o desempeño académico. Tales cambios -excepto si verbaliza el deseo de hacerse daño- se consideran normales dentro de un periodo de dos semanas. Si al término de ese tiempo continúan, entonces es necesario buscar apoyo profesional de algún sicólogo o siquiatra, de acuerdo con la necesidad. En el caso de expresar la intención de hacerse daño y mostrar algún plan para ejecutarlo, urge la búsqueda de ayuda.

Entre los posibles cambios a observar se encuentran: modificación de los hábitos alimenticios y del sueño, vriaciones erráticas en el comportamiento, cambios en el desempeño académico, expresa deseos de hacerse daño, aislamiento y tristeza la mayoría del tiempo.

“Otras de las cosas que se pueden ver comprometidas son las destrezas de crianza por el nivel de estrés de los padres y hay que tomar en cuenta que los padres van a necesitar también ayuda. Los niveles de tolerancia, comprensión y reactividad pueden cambiar y es necesario que esos padres reciban el apoyo y este modelo (Disciplina Positiva) ofrece esta oportunidad”, concluyó Rivera Hernández.

Es importante observar…

Si el menor presenta alguno o varios de estos síntomas por un periodo mayor de dos semanas -tiempo de reacción considerado normal- es importante que el padre, madre o tutor le busque ayuda sicológica o siquiátrica, según sea la necesidad.

Cambios en los hábitos alimenticios

Cambios en los hábitos del sueño

Cambios erráticos en el comportamiento

Cambios en el desempeño académico

Expresa deseos de hacerse daño

Aislamiento

Tristeza la mayoría del tiempo