Desde antes de los dos años de nacidos hay niños que ya presentan un rezago significativo en su desarrollo, producto de diversos diagnósticos. Algunos no se comunican como se espera y sus destrezas motoras también están rezagadas, lo cual hará muy difícil que sean aceptados en una escuela regular. Muchos padres sueñan y hacen planes sobre la escuela ideal para sus niños, pero fallan en desarrollar una estrategia a tiempo para que esto ocurra.

El tiempo idóneo para trabajar de forma intensiva con estos niños es lo más temprano posible, antes de entrar a la escuela. Sin embargo, la mayoría pasa esos años al cuidado de un familiar durante el día, en cuidos o en un preescolar regular en el que no pueden atender sus necesidades, ni prepararlos para la entrada al sistema escolar.

La práctica común de estos preescolares que aceptan niños especiales, sin tener personal especializado para atenderlos, es requerir a los padres una “shadow” o persona que atienda al niño y lo mantenga en el salón, fuera de peligro. La mayoría de las personas que trabaja como sombras no son especialistas, con educación y entrenamiento como para trabajar con niños de educación especial, por lo que no pueden ayudarlos efectivamente para que superen sus dificultades. Un programa de estimulación temprana es la alternativa para prepararlos.

¿Qué debe incluir? 

Un programa de intervención o atención temprana se enfoca en todas las áreas del desarrollo en las cuales un niño presenta dificultad, con la meta de prepararlo para una mejor ubicación escolar. En el mismo se trabajan de forma intensiva destrezas sensoriales, motoras, del habla y lenguaje, atención y comprensión auditiva, conductuales y sociales.

Los mismos cuentan con especialistas en las áreas de terapia del habla y ocupacional, entre otras especialidades, además de maestras de educación especial, quienes diseñan un programa terapéutico-educativo para cada niño con el objetivo de que puedan alcanzar la mejor ubicación escolar posible al comenzar la etapa escolar. Algunos podrán entrar a escuelas regulares competitivas, otros aún podrían presentar un rezago, pero el progreso alcanzado les permitirá una mejor ubicación.

El día de un niño preescolar de educación especial transcurre generalmente de la siguiente forma: de 4-6 horas diarias en un cuido o preescolar o 9-10 horas, si tiene cuido extendido, porque ambos padres trabajan. Reciben de 2-3 sesiones de terapia del habla de 30-45 minutos cada una semanalmente y 1-2 de terapia ocupacional de 45 minutos, también semanalmente. Si se compara el tiempo semanal en el cuido con el ocupado en sus terapias, la diferencia es abismal.

Para cuando ese niño llegue a la ubicación escolar en kínder, estará tan significativamente rezagado que será muy difícil ubicarlo en un salón regular.

Clave hacerlo 

Esos primeros años es cuando el cerebro del ser humano tiene mayor plasticidad, lo cual facilita que se establezcan conexiones neurosensoriales con más facilidad. Es cuando más se aprende y con mayor rapidez. Trabajar dentro del marco de un programa diario intensivo que estimule a los niños con rezago en el desarrollo es la alternativa más eficaz que puede prepararlos para una mejor ubicación escolar. Ubicarlos en un cuido o preescolar regular no es la mejor opción y causa lo opuesto: la imposibilidad de matricularlos eventualmente en la corriente regular.

(La autora es patóloga del habla y lenguaje y directora del Instituto Fonemi de Puerto Rico)