El miedo y los recuerdos invadieron a Martha Muñoz cuando le dijeron que tenía diabetes mellitus, la misma enfermedad que mató a su mamá. 

Entonces dejó de prestar atención al médico y se remontó a los días en los que su madre era conectada a una máquina de diálisis, porque sus riñones ya no funcionaban como consecuencia “del azúcar”.

“Yo la vi sufrir, tuvo varios comas diabéticos, la dializaron”, narra la paciente. 

La mujer de 52 años asegura que la fórmula para combatir su enfermedad es una buena alimentación, seguir “religiosamente” el tratamiento y hacer ejercicio para evitar complicaciones como insuficiencia renal crónica, ceguera, pie diabético y otras más. Agradece a su familia porque “se ha puesto la camiseta” con ella y la ayuda a llevar un mejor estilo de vida.

“Muchas veces se tilda al paciente como quien debe llevar un plan de alimentación sano, pero todos deberían involucrarse, porque si él tiene la enfermedad es probable que también los hijos la desarrollen. A veces se pide al enfermo cuidarse, pero cómo lo va a hacer si a un lado hay gente comiendo pan, hay que ser parejos”, comentó Roberto Mora Huerta, médico endocrinólogo adscrito al Hospital General de Zona 48, en México. 

Según la OMS, el número de personas con diabetes a nivel mundial aumento de 108 millones en 1980 a 422 millones en 2014. La prevalencia global de diabetes entre adultos de más de 18 años aumento de 4.7% en 1980 a 8.5% en 2014. 

La prevalencia ha crecido más rápidamente en países pobres. La mamá de Martha forma parte de las sobre 1.6 millones de personas que cada día mueren en el mundo por esta afección crónica, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

“Es alarmante porque esta expectativa de muertes va a crecer en personas que aún son productivas. La diabetes se está adelantando, eso es malo para nuestro sistema de salud porque pacientes entre los 50 y 60 años tendrán complicaciones y su productividad económica se va a afectar”, explicó. 

Agregó que la expectativa es que las estadísticas sigan en aumento: “Se estima que para 2030 serán como 560 millones (las personas diagnosticadas con la enfermedad)”.

En Puerto Rico

La diabetes es la tercera causa de muerte en Puerto Rico desde hace más de veinte años y muchas personas aún no saben que tienen la condición. Con una prevalencia de un 15% entre la población adulta, según datos de 2016, se estima que medio millón de adultos y niños en el País son diabéticos, condición que predomina más entre las mujeres.

Para el 2013, en Puerto Rico se reportaron 3,145 muertes por diabetes, lo que representó el 10% de todas las defunciones ocurridas ese año.

Entre las personas mayores de 65 años la prevalencia para el 2014 era de un 36.6%, lo que significa uno de cada tres adultos mayores. La mediana de edad para el diagnóstico de diabetes, mientras tanto, es a los 50 años.

Evitar complicaciones 

Ceguera, insuficiencia renal crónica, retinopatía diabética, infartos, amputaciones y embolias son algunas consecuencias de una diabetes mal controlada. Roberto Mora mencionó que no se alcanza un control porque los pacientes no se comprometen: “Si hubiera un medicamento para que el paciente hiciera ejercicio, eso ayudaría mucho. Pasa bastante que cuando tienen problemas graves como insuficiencia renal quieren llevar un régimen estricto, pero es algo que debieron hacer 15 años atrás”.

“Existe la prediabetes. Son individuos que tienen niveles de glucosa elevada en ayuno, pero que no cumplen con criterio de diabetes; en 10 años ellos serán diabéticos si no modifican sus hábitos”, dijo Mora.

Han pasado cuatro años de que Martha fue diagnosticada, al acudir a una clínica familiar por malestares en la garganta le realizaron estudios y su glucosa salió elevada: “Me dijeron que era prediabética, pero siempre sí resulté con la enfermedad, esto me ha traído complicaciones como divertículos que son como unos sacos en el intestino”, cuenta.

El experto en endocrinología advirtió que aunque una persona sea considerada prediabética, puede presentar complicaciones: “Al diagnosticar, 50% de los pacientes tiene daño en la retina, les decimos que son diabéticos y los mandamos a valoración, donde nos damos cuenta de que tienen daño a nivel ocular, 40% tiene daño de neuropatía diabética, es decir, cuando preguntamos si presentan dolor o ardor en el pie, ya lo tienen”.

Para Martha, la diabetes es como una materia escolar: “Todos los días hay que aprender a vivir con ella”. 

Admite que al recibir la noticia de que era diabética se deprimió, porque creyó que iba a morir como su mamá: “Me impacté, uno no quiere tenerla, yo había dicho que nunca tendría esa enfermedad”.

Desde el día uno cambió su estilo de vida, y a pesar de que se considera una amante de los chocolates, aprendió a decir no: “A veces se te olvida que eres diabética, cuando tengo antojos pienso en mi mamá, en lo que sufrió y eso me hace frenarme. Doy media vuelta y le pido a mi familia que me ayude a cuidarme, al menos que no coman enfrente de mí lo que no debo, también los invito a cuidarse, porque ese es el secreto de todo”.