Algunas cosas han cambiado en el mundo de las relaciones de pareja que hoy en día lucen más espontáneas, libres y abiertas que en décadas anteriores. Pero hay algo que no varía ni pasa de moda: la infidelidad (de hombres y mujeres), que en lugar de reducirse se mantiene y hasta se incrementa.

Así, la vieja y conocida práctica de incluir a una tercera (o cuarta) persona en una relación amorosa que se supone exclusiva de dos es cada vez más extendida y popularizada, a la vez que se mantiene como una de las principales razones por las cuales se generan conflictos y rompimientos temporales y definitivos.

“Un cálculo conservador muestra que más del 50 % de las personas que están en una relación admiten haber sido infieles en algún momento”, asegura la psicóloga María Elena López, experta en relaciones de pareja y familia, y quien permanentemente ve el tema expuesto en su consulta.

Una encuesta hecha en el país por el sitio web de citas clandestinas Ashley Madison destaca que en Colombia “no solo los hombres toman la iniciativa a la hora de un affaire, sino que las mujeres están empoderadas y son capaces de buscar y tener encuentros extramatrimoniales sin mayor cargo de conciencia”.

Ellas aparecen, entonces, en el panorama de la infidelidad ya no solo como sujetos pasivos, sino, por el contrario, jugadoras activas y aparentemente muy bien calificadas para ello.

A nivel mundial, la infidelidad femenina también se ha medido. El reporte anual ‘Estadísticas de infidelidad 2017’, de la firma norteamericana Trustify, señala que si bien el porcentaje de hombres infieles sigue siendo superior al de las mujeres, con proporciones de 22 a 14 %, la brecha se ha ido estrechando, pues 14 % de las mujeres admiten que serían infieles para desquitarse de su pareja y 17 % reconocen que de ser infieles lo harían con su cuñado.


Según una experta, las mujeres de esta época “planean el evento (la infidelidad) de tal forma que en pocas oportunidades logran ser pilladas”, lo que en su opinión “implica un cambio de paradigmas a nivel social y de idiosincrasia cultural en materia de valores, enfrentándose al antiguo comportamiento del machismo”.

Así, quienes deciden engañar a sus parejas lo hacen a conciencia y a sabiendas de que ellas pueden tener el control y el manejo de esa relación extramatrimonial o por fuera del noviazgo, de la misma forma en que los hombres lo han hecho.

Las razones que alegan las infieles para involucrar a un tercero en sus relaciones afectivas siguen siendo las mismas de generaciones anteriores. 

“Puede ser por cobrar venganza, por salir de la rutina y la monotonía, para salir de la soledad, por necesidad de atención, porque ya no está enamorada, por necesidad de reafirmación o porque su pareja trabaja mucho y no tiene tiempo para la relación”, dice la sexóloga Larrazábal.

También, por insatisfacción sexual o emocional, por falta de sexo o por mal sexo, señala la experta.

Para una psicóloga, sí es posible ver un mañana tras un evento de infidelidad, sea femenina o masculina. “La infidelidad puede ser parte de la vida de la pareja como otras problemáticas: la falta de comunicación, las dificultades de la convivencia, la diferencia en perspectivas o proyectos. En este sentido, son susceptibles de comprensiones diferentes y de ser superadas", dice. “Muchas pareja se fortalecen después de una vivencia de este tipo”, agrega.