Una orangutana en Argentina ha logrado lo que ningún otro simio había logrado antes: consiguió que se le declarara como un ser viviente no humano, cuyos derechos civiles se estaban violando al mantenerla cautiva en un zoológico de dicha nación suramericana.

El pasado mes de noviembre, la Asociación de Funcionarios y Abogados por el Derecho de los Animales (Afada) presentó un pedido de Habeas Corpus a favor de Sandra, una orangutana de Sumatra. En una primera instancia, dicho pedido fue rechazado por una juez penal de instrucción pero, finalmente, la Sala II consideró que se trataba de un “confinamiento injustificado de un animal con probada capacidad cognitiva”.

Sandra ha pasado los últimos 20 años de su vida en el zoológico de Buenos Aires, Argentina. Nació en Alemania, en 1986, de una madre también en cautiverio, y cuando tenía nueve años la enviaron a Argentina. Sandra ha sido descrita como extremadamente tímida, con una marcada preferencia a esconderse de las miradas inquisitivas de los visitantes al antes mencionado zoo.

El caso planteado por la Afada denunció como “injusto” el “confinamiento de un animal con probables capacidades cognitivas” y al cual se le había “privado ilegalmente” de su libertad como “una persona no humana”. Afada insiste que Sandra es una persona en el sentido filosófico, en lugar del biológico. En otras palabras: no es humana, pero merece que se le respeten ciertos derechos en calidad de igualdad.

Un panel de tres miembros de Sala II de la Cámara de Casación Penal otorgó el Habeas Corpus, por unanimidad, determinando que Sandra es una “persona judicial” y no un objeto. Al amparo de la ley, en Argentina, una persona jurídica es un ente no humano (por ejemplo, una corporación) que posee el estatus legal de una persona.

La decisión de la corte argentina estableció que desde una interpretación dinámica, en lugar de estática, era preciso calificar al animal como un sujeto con derechos, por lo que, como tal, le corresponde la protección de dichos derechos.

Conforme con lo antes establecido, la Afada solicitó que a Sandra “se le permita vivir entre individuos de su misma especie y en un lugar apropiado”. Habiendo nacido y habiendo sido criada en cautiverio, Sandra no podría jamás se liberada en un ambiente silvestre. No obstante, si el zoo de Buenos Aires no apela la decisión de la Corte Suprema de Argentina durante los próximos 10 días, Sandra será trasladada a un santuario de simios en Brasil donde, por fin, disfrutará de la relativa libertad que ello le otorgaría.

Sobre este caso, el abogado argentino Andrés Gil Domínguez, quien forma parte de Afada, declaró: “Este fallo es un antecedente inédito a nivel mundial, que no sólo va a repercutir en el caso de la orangutana Sandra, que está en el Zoo hace 20 años, sino que también va a generar la gran discusión en los términos judiciales en otros casos doctrinarios, como se venía haciendo, en términos legislativos para modificar cierta leyes y también en términos filosóficos para definir qué entendemos ontológicamente cuando hablamos de humanidad, sobre los sentimientos y la racionalidad”.

Los defensores de los derechos de los animales están celebrando con gran júbilo esta noticia, ya que, entre muchos otros, hay un chimpancé llamado Tommy, en Nueva York, que lleva 10 años viviendo en una jaula tipo mazmorra y para quien el Proyecto de los Derechos de los Entes No-humanos (Nonhuman Rights Project) busca la libertad.