Un equipo internacional de astrónomos liderado por científicos australianos determinó por primera vez la ubicación precisa de una misteriosa y potente ráfaga de ondas de radio cósmicas, informaron fuentes oficiales.

Son llamadas Fast Radio Bursts (estallidos rápidos de radio o FRBs). Fueron captadas en la Tierra recién hace 12 años y lo único que se sabía hasta el momento era que duraban menos que un parpadeo. Los científicos ahora han logrado identificar en qué lugar del Universo se producen, pero aún desconocen qué objeto cósmico las origina, incluso hay hipótesis de que sea producida por una civilización avanzada.

"Este es el gran avance que hemos estado esperando desde que los astrónomos descubrieran las ráfagas rápidas de radio en 2007", dijo en un comunicado Keith Bannister, autor principal del estudio, de la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth, (CSIRO, siglas en inglés), la agencia científica gubernamental australiana.

Las causas de las ráfagas rápidas de radio siguen siendo desconocidas, pero la capacidad para determinar su ubicación exacta supone un gran paso hacia la resolución de este misterio.

Los científicos calculan que en ese milisegundo de brillo, estas explosiones que dan origen a las señales de radio, se emite tanta energía como el Sol en 80 años.

Desde que se descubrieran hace doce años estas ráfagas, se han detectado 85 de ellas, la mayoría son eventos "únicos", aunque algunas son "repetidoras" que reaparecen en el mismo lugar.

Hace dos años, los astrónomos encontraron la galaxia que alojaba una ráfaga repetidora, pero detectar una ráfaga de radio única suponía todo un reto dado que dura menos de un milisegundo y es muy difícil determinar con exactitud su origen.

El incidente cósmico, del que se hizo eco la revista Science, fue detectado por el nuevo radiotelescopio australiano ASKAP, de la agencia CSIRO.

También se generó una imagen de la galaxia en la que ocurrió la explosión a partir de información recogida por tres de los telescopios más grandes del mundo: el 10-m Keck, en Hawái, el 8-m Gemini South, en Chile, y el que posee el Observatorio Europeo también en Chile.

Un elemento clave en este descubrimiento fue el desarrollo de una nueva tecnología que congela y guarda los datos recogidos por el telescopio ASKAP menos de un segundo después de que la ráfaga sea detectada.

"Si estuviéramos en la Luna y observásemos la Tierra con esta precisión, podríamos decir no sólo de qué ciudad procede la ráfaga, sino también el código postal e incluso la manzana", dijo Bannister al comentar la técnica desarrollada por su equipo.

Esta tecnología se utilizó para determinar la ubicación de la explosión única (bautizada como FRB 180924) en su galaxia de origen, la DES J214425.25-405400.81, tras lo cual se elaboró un mapa de alta resolución mostrando el estallido originado en las afueras de una galaxia del tamaño de la Vía Láctea a unos 3,600 millones de años luz de distancia, según un comunicado de la CSIRO.