De todos los personajes que me ha tocado interpretar, el de la Empleada Única es uno muy especial. La gente se divierte mucho con ella y aunque saca a todos por el techo, en el fondo la quieren mucho. La Empleada Única protesta por todo y siempre encuentra un pretexto para no hacer su trabajo.

Como la mayoría de los personajes, es una caricatura de lo que realmente debería ser un buen servidor, una exageración para divertir y hacer reír a la gente. Pero entre chiste y chiste siempre se cuela alguna verdad.

Quienes siguen y leen mis columnas, saben que en más de una ocasión he escrito criticando a quienes faltan respeto a los trabajadores que ofrecen servicios, sobre todo porque vengo de ahí.

Hoy trabajo en los medios de comunicación, pero si la vida me lo requiere nuevamente me verán en lo que fueron mis primeros trabajos, haciendo todo lo necesario para echar adelante a mi familia.

Sin embargo, como digo una cosa tengo que también señalar la otra. Nos tenemos que esforzar siempre, no importa las circunstancias, hacer el esfuerzo máximo por servirle bien a los demás. No importa donde trabajes, si es transitorio o permanente, tenemos que meter caña siempre. Hacerlo con alegría y amor.

Si falta entusiasmo es imposible servir bien, así que nos toca buscarle el lado positivo al trabajo que nos está permitiendo ganarnos la vida. Lo ideal es trabajar donde siempre soñamos, pero en lo que eso llega, hay que emplearnos plenamente donde nos toque, pues siempre debemos agradecer la oportunidad.

Además, uno es tan bueno y competente como el desempeño que se logra en la última oportunidad de trabajo. Esa será la que te abrirá puerta a futuras oportunidades. 

Debo reconocer que disfruté mucho ser mesera, me gustaba. Modestia aparte era una buena mesera y me buscaba buenos chavitos en la propina.

No fallaba nunca en hacer mi asignación. Primero, me preparaba bien, me aprendía los menús de arriba a abajo y los platos especiales. Segundo, me enfocaba en resolverle al cliente no en discutir con él. 

Todas mis energías estaban dirigidas en tratar de agradarle y que tuvieran una buena experiencia, ese era mi principal objetivo por lo cual no gastaba energías en discusiones y otras distracciones. Incluso el más difícil de los clientes, tiende a valorar el esfuerzo que se hace para tratar de resolverles.

Por último, la comunicación con el cliente trataba de que siempre fuera efectiva. Las caras largas y las trompas son incompatibles con el buen servicio. Mi sonrisa siempre dibujada en mi rostro, los problemas los dejaba fuera del restaurante.

Respeto y valoro muchísimo a quienes trabajan ofreciendo servicio, pues puedo dar testimonio de lo difícil que resulta la gestión.

Cuando interpreto La Empleada Única, la mayoría lo disfrutan, pero siempre recibo uno que otro mensaje de gente incómoda con la crítica implícita en el personaje.

Para nada debe molestarse. Por el contrario, verán en ese y otros personajes, motivos para divertirse y reír, pues a todas luces se aleja de lo que usted proyecta y representa como buen servidor.