El sábado pasado celebré la función número 50 de “La Casi Casi Primera Dama” y debo admitir mi sorpresa.

Ese proyecto arranca durante una etapa difícil en la vida de mi familia. Había que botar el golpe y comenzar de nuevo. Sin lamentos, ni quejas. Siendo mi vocación entretener a la gente, nada mejor que el relato de mis vivencias durante una campaña política para montar una historia, pero siempre con un poco de exageración y pique para que cumpla con lo requerido para un stand up.

Comenzamos a barajear nombres con el equipo de producción, hasta que se puso sobre la mesa el nombre de “La Casi Casi Primera Dama”. Fue amor a primera vista, me encantó. 

Empezamos a escribir con expectativas moderadas. Siempre pensamos que sería algo diferente y que tendríamos un público interesado, pero jamás en lo que se convirtió finalmente.

Según el escritor y director de la pieza, Carlos Vega, es posible que sea una de las comedias más vistas en la historia del teatro en el País, con más de 70,000 boletos vendidos en 56 funciones. ¡Wao! Un gran honor que me lleva a agradecer a todos los que me han brindado esta oportunidad. Un público variado en edades, clases sociales e ideales. Allí todo el mundo disfruta y ríe de principio a fin.

“La Casi Casi...” pone de manifiesto que nada más terapéutico que sacar un ratito de vez en cuando para reírnos de nosotros mismos. No significa que se trivialice o se les quite seriedad a los temas importantes, sino que en la vida tiene que haber espacio para todo.

El más satirizado en la comedia es mi esposo, quien -dicho sea de paso- escribió varias de las parodias que allí interpreto “en su contra”. Fue él quien me inspiró, instó y respaldó a presentar “La Casi Casi...”, y quien más se la disfruta cuando la pongo en escena. Por eso la pieza funcionó tan bien, pues transmite mucha honestidad y realismo.

Todos tenemos momentos difíciles en la vida, cuando las cosas no salen como uno quisiera a pesar de haber realizado el esfuerzo máximo.

“La Casi Casi...” nos enseña a pasar la página y seguir viviendo, que nunca puede faltar la alegría en lo que hacemos, que debemos ser siempre leales a nuestra esencia y no responder nunca a las presiones de quienes pretenden que uno cambie nuestra forma de ser para ellos ser felices.

“La Casi Casi...” nos lleva a replantearnos el concepto de la derrota como un asunto de valoración personal, que tiene más que ver con la forma en que la afrontamos que con la derrota misma.

Al celebrar la función número 50 en la sala de teatro más importante del País y llena a capacidad, no puedo hacer otra cosa que agradecer. Voy a seguir viviendo intensamente, asumiendo retos y riesgos, siempre esperanzada de que todo me salga bien.

Sin embargo, si la vida decidiera otra cosa, utilizaré todo lo aprendido con “La Casi Casi...” para enfrentar y superar cualquier adversidad.