De pronto comencé a leer mensajes sobre un tal Chimuelo en mis redes sociales sin saber de lo que se trataba. Era un fenómeno mundial, todos estaban hablando de Chimuelo.

¿Cómo logra algo convertirse en tendencia, logrando estar en bocas de todos? Me alegró mucho saber que la historia de Chimuelo no era una morbosa, vulgar ni trágica. Tampoco el protagonista era una figura pública, influencer, artista, cantante o político, sino un niño común y corriente.

Tierna por demás resultó la historia de este niño chileno, Renato Barrera, quien pierde a su pajarito, Chimuelo, y decide despedirlo cantándole y enterrándolo en el patio de su casa.

De pronto su perro, aprovechando un descuido de Renato, se lleva a Chimuelo a la boca provocando la interrupción de la ceremonia y del vídeo. El niño saca a Chimuelo de la boca del perro y prosigue con la ceremonia.

Todo esto ocurre de manera muy simpática, pues el niño es muy extrovertido y espontáneo. Me reí y a la vez me conmoví cuando vi por primera vez el vídeo, como estoy segura de que se han reído miles de personas en todas partes del mundo.

Resulta muy interesante cómo algo tan sencillo logra un impacto tan fuerte y amplio. La gente respalda las cosas con las que se identifican y cada vez quieren sentirse más cerca de los protagonistas de las historias.

Chimuelo se convirtió en un fenómeno porque el vídeo proyecta realismo, espontaneidad y ternura.

Las redes sociales han convertido la cotidianidad en el entretenimiento favorito de la gente. Para lograr impacto en ellas debemos proyectarnos tal y como somos, dejar el protocolo y los formalismos solo para cuando sean necesarios.

Los que trabajamos en los medios de comunicación tratando de entretener a la gente tenemos que mantener el oído en tierra. Ese realismo es lo que la gente está respaldando.

Es lo que recoge un célebre mensaje que recorre las redes sociales de un supuesto intercambio de palabras entre Albert Einstein y Charlie Chaplin, en el cual supuestamente el científico afirma que lo que más admira del actor es que su arte es universal, todo el mundo la entiende y la mira sin él decir una palabra.

La respuesta de Chaplin a Einstein fue aún más genial: “Lo suyo es aún más digno de respeto, todo el mundo la mira, pero nadie lo entiende”. No estoy segura si realmente dijeron lo que se les atribuye, pero la supuesta conversación resulta genial.

Chaplin tenía muy claro que para identificar a la gente con su arte tenía que “hablarles” de su cotidianidad. Sus historias impactaban al mundo sin tener que pronunciar palabras, solo proyectando realismo y naturalidad.

La simpática historia de Chimuelo surge por accidente como muchas otras que hoy vemos en las redes, pero la sorpresa no hubiese sido suficiente para que se tornará viral sin la espontánea y natural reacción del niño, la que robó nuestras emociones.

Todos los días nos toca interactuar con gente si queremos que esa relación con los demás sea lo más saludable posible, nada como proyectarnos de forma honesta, real y trasparente.

La mayoría de la gente lo valora y respeta. Además, evita contradicciones en nuestras vidas y nos permite vivir con más alegría.

Bueno, descanse en paz Chimuelo y larga vida para Renato.