El residir en Guaynabo no te convierte automáticamente en “Guaynabita”. En mi caso, el inglés mastica’o y las raíces cidreñas que corren por mis venas me ponen muy difícil el proceso de admisión. El término lo utilizan para describir a personas que presumen de ser “acomodados” económicamente y casi siempre es utilizado de forma despectiva.

Sin embargo, cada vez más nos referimos a alguien como “Guaynabito” en forma de vacilón y sin ánimo de ofenderlo. Hay de todo.

La pasada semana se habló mucho de esto en la redes, pues se hizo viral un vídeo en el cual dos jóvenes en un spanglish perfecto comparten opiniones y pensamientos en una forma que para muchos etiqueta lo que es ser un “Guaynabito”.

En algunas cuentas, en las redes, se formaron debates sobre si se justifica o no el vacilón. Aquí mi humilde opinión y consejos de buena fe.

Me parece que las jóvenes fueron muy genuinas y naturales dentro de lo que ha sido su formación y crianza. Para eso son las redes. Todos los que voluntariamente compartimos contenido en las redes, debemos ser los más transparente posible con nuestra audiencia.

Eso fue lo que estas jóvenes transmitieron, así son ellas. Así es que piensan y es la forma en que viven y socializan. El problema es que la proyección resultó chocante para la mayoría de la gente, me incluyo, pues la forma de expresarse se aleja de lo que se escucha cotidianamente. 

Reaccionamos igual que cuando vimos aquel anuncio de “Los ejecutivos del jangueo”. Lo mismo pasa a la inversa cuando a alguien se le zafa algún expresión vulgar o cafre, que la mayoría entiende fuera de lo normal, es inevitable la crítica.

Ahí he caído yo varias veces. El vacilón con los “Guaynabitos”, como también pasa con los ponceños cuando se la montan por su “exagerado orgullo”, ya es parte de nuestro folclor pueblerino, que ahora incluye las redes sociales. 

Lo que se debe evitar es saltar a conclusiones sin conocer a las personas. El que las personas sean distintas a uno, no supone que estén mal, simplemente son diferentes. Eso hay que respetarlo.

Tengo buenas amigas que hablan con ese flow “Guaynabito” y son tremendo seres humanos. Yo le tiro mi spanglish de vez en cuando para tratar de seguirles el paso, pero todavía estoy bota. 

La etiqueta no hace al ser humano. Ser “Guaynabito” no es sinónimo de tener mal corazón como tampoco la humildad es garantía de valores. El odio, la envidia y la maldad no conoce de clases sociales. 

Me parece simpatiquísimo el vacilón con los “Guaynabitos” y la mayoría de ellos con quienes comparto, lejos de molestarse, se mueren de la risa. 

En las redes debemos encontrar puentes de comunicación para entrelazar gente que vivan y piensen diferente. Nada más divertido que compartir con quienes puedan pensar distinto a ti, no para pelear, sino para intercambiar pensamientos y puntos de vista.

Me encantaría encontrarme a las protagonistas del famoso vídeo en algunos de los spots que ellas mencionan para conocerlas y compartir un rato. Aunque ellas pidan cosmopolitan y yo una cerveza, no hay razón para que no la pasemos bien.