Las suegras y las nueras no siempre se llevan bien.

Es natural que puedan existir sus diferencias, pues compartimos tiempo y amor hacía una misma persona.

Sin embargo, siempre es bueno buscarle la vuelta sin importar las circunstancias. Las que conocen a mi suegra, doña Celia, y lean esta columna, dirán: “Ale, tú dices eso porqué tu suegra es un ángel”. Tienen razón.

La mamá de mi esposo es un ser especial. Una mujer llena paz, que siempre está feliz. Si se pincha un dedo, grita contra o ouch y no con la Ñ como la mayoría de nosotros.

Cierto es que me pegué en la lotería. El sábado hice público un vídeo en mis redes, que se fue viral, donde ella se autoproclama como parte de un supuesto “Comité de Arrastre”.

Explico en el vídeo que ella preparó, para su nuera y nietos, tres platos con arroz, pechuga y ensalada de coditos y los forró con papel de aluminio para enviarlos con mi esposo.

Estaba en una fiesta a la de que no pudimos ir, lo que provocó que se activara el denominado “Comité de Arrastre”.

Demás está decir que le metimos mano cuando llegó, pues la suegra advirtió que llamaría para saber si habíamos comido. Ese gesto es típico de los boricuas.

Nuestro sentido de familia nos lleva siempre a pensar en el que no está. La bolsita pa’ llevar no falta y a nadie le está malo cuando la gente la prepara.

Para mí es un lujo que la suegra tenga ese detalle y se lo agradezco mucho. Fue una sencilla, pero muy significativa muestra de amor.

Es cierto que me tocó fácil, pero si hubiera sido difícil trataría por todos los medios de agradarla. Eso incluye tolerarle una que otra cosita, pues para lograr felicidad plena con nuestra pareja, estar en buenas con la suegra es fundamental.

Se vale también el “Comité de Arrastre” a la inversa. Pruébalo y verás que funciona. No importa cuán difícil sea tu suegra, llegar con un platito de comida, le ablandará el corazón.

El “Comité de Arrastre” es una manera simpatiquísima de llamarle a un gesto de amor. Valoré mucho el detalle de la suegra, más que si fuera un regalo en una ocasión especial.

Esos platos de comida no estaban en el libreto, fue un gesto improvisado. Ni el más sabroso filete miñón se le paraba al lado a aquella pechuguita que mi suegra envolvió en papel de aluminio con amor del bueno.

¡Que viva el “Comité de Arrastre”!