Bueno, aquí arriesgándome a escribir sobre un tema que, por su naturaleza, siempre genera controversia. Luego de persignarme, aquí vamos. 

“Pam pam pam, rrrrrrrrr, tiros pa’l diablo”, la frase más escuchada durante la pasada semana.

En la radio, las barras, centros comerciales y en cada esquina del país. Hasta mi hijo mayor Adrián me preguntó por qué la gente decía eso.

La expresión se hace popular luego de que el cantante de trap Almigthy y un pastor que le acompañaba en el programa de radio de Molusco, la utilizaron como un grito de guerra religioso. Un forma creativa, rara y atrevida de predicar el evangelio, que a lo mejor perseguía un buen propósito.

Sin embargo, el eco que logró fue más de burla que de prédica constructiva. La forma en que decimos las cosas es tan importante como el contenido. Incluso teniendo la razón, si no cuidamos la manera de comunicar la misma pudiéramos proyectar lo contrario.

La agresividad de Almigthy (ahora Alejandro) y de su pastor, lejos de ayudarles resulta contraproducente. La responsabilidad principal recae en el pastor quien, según relató, lleva más de 40 años predicando.

Se apresuró el pastor, pues si realmente quería ayudar a este joven, debió convencerlo de permanecer fuera de los medios de comunicación durante esta etapa inicial de cambio de vida, sobre todo para permitirle estabilizar su frágil estado emocional.

El flash de las cámaras puede ser adictivo y en ocasiones nubla el entendimiento. Si el pastor buscaba pauta, la logró. Ahora lo correcto es bajar el tono y trabajar con Alejandro en un ambiente de mayor privacidad. A pesar de todo el ruido y la controversia, pienso que es positivo para el cantante, el haber decidido cambiar de vida. 

 Al pastor le digo que tiene una gran responsabilidad en sus manos y lo correcto es proceder con prudencia. 

Además de la urgente ayuda sociológica que informaron está recibiendo el cantante, usted pastor, debería permitir que otros pastores le ayuden a trabajar en el proceso de formación espiritual de Alejandro.

Pastores como Héctor Delgado, quien conoce de primera mano lo que Alejandro está viviendo, serían de gran ayuda. 

Termino estableciendo que hay y tiene que haber de todo en la viña del señor. Aunque en lo personal no me gusta el estilo del pastor de Alejandro, reconozco que la chispa y creatividad que pone en sus mensajes pueden ser efectivos en sectores de nuestra sociedad. Siempre que sea para hacer el bien, no le veo nada malo. 

A este joven cantante lo invito a seguir adelante y dedicar tiempo privado para la reflexión, alejarse de los medios de comunicación por un buen tiempo y seguir apostando a la vida. Le sobra talento y juventud.