A pesar de que la mala relación entre Trump y McCain era vox populi, las redes sociales reaccionaron este lunes con una mezcla de estupefacción e indignación al hecho de que la bandera de la residencia presidencial volviera a ondear con normalidad, después de haber sido bajada tras la muerte del senador el pasado sábado.

Esta decisión de la Casa Blanca molestó incluso a asociaciones de veteranos que a lo largo del día habían instado al presidente a mostrar el respeto "apropiado" a un veterano de Vietnam que, además, fue prisionero de guerra durante más de cinco años.

"Le urjo a realizar la apropiada proclamación presidencial reconociendo la muerte y el legado en servicio a nuestro país del senador McCain y a que las banderas ondeen a media asta hasta su entierro", reclamó el comandante nacional de la asociación de veteranos The American Legion, que cuenta con más de dos millones de miembros.

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Finalmente, ya a media tarde, la Casa Blanca volvió a bajar su bandera y dejarla de nuevo a media asta.

"A pesar de nuestras diferencias políticas, respeto el servicio a nuestro país prestado por el senador John McCain y, en su honor, he firmado la proclamación de que la bandera de Estados Unidos ondee a media asta hasta el día de su entierro", sostuvo el presidente Trump en un comunicado en el que explicaba esta última decisión.

Según comentaron periodistas que cubren habitualmente la Casa Blanca, lo tradicional en el caso de la muerte de alguien tan relevante como McCain, que se llegó a postular como candidato a la Presidencia del país en 2008, es que las banderas ondeen a media asta hasta que tenga lugar su entierro.

En el caso del senador republicano, su sepelio tendrá lugar el próximo domingo, 2 de septiembre, en la base naval de Annapolis (Maryland), después de que el sábado se celebre el funeral en la catedral de Washington.

El pasado fin de semana, el diario The Washington Post informó, citando como fuente a "empleados actuales y antiguos de la Casa Blanca", de que Trump había rechazado emitir un comunicado oficial en el que se calificaba de "héroe" al senador fallecido a causa de un cáncer cerebral, a los 81 años.

Cabe señalar que uno de los enfrentamientos más notorios entre ambos compañeros de partido se produjo durante la campaña presidencial de 2016, cuando el ahora presidente dijo que no consideraba a McCain un héroe, puesto que a él le gusta "la gente que no se deja capturar".

La única reacción oficial de Trump al fallecimiento de McCain fue en Twitter, donde escribió: "Mi más profunda compasión y respeto para la familia del senador John McCain. ¡Nuestros corazones y rezos están con ustedes!".

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no asistirá a las pompas fúnebres en honor al senador John McCain, fallecido hace dos días tras luchar contra un cáncer cerebral, informó hoy el portavoz de la familia, Rick Davis.

"El presidente, por lo que sabemos, no asistirá al funeral. Es un hecho", declaró Davis a un grupo de periodistas, según el diario The Washington Post.

En su lugar, apuntó el propio Davis, serán los expresidentes Barack Obama (2009-2017) y George W. Bush (2001-2009) quienes tomen la palabra en las exequias, que se celebrarán el próximo sábado en la catedral de Washington.

Un día después, el veterano de la Guerra de Vietnam recibirá sepultura en la base naval de Annapolis, en Maryland.

A pesar de ser ambos republicanos, la animadversión existente entre Trump y McCain era por todos conocida, por lo que no extrañó que hace ya un tiempo, después de dar a conocer la gravedad de su enfermedad, el propio senador dijera que no quería que el presidente hablara en su funeral.

Desde su fallecimiento, a los 81 años de edad, la Casa Blanca no ha emitido ningún comunicado al respecto y sus banderas apenas han permanecido a media asta durante menos de 48 horas, dos hechos que han sido criticados por legisladores y medios de comunicación.

Además del funeral, está previsto que la clase política de Washington presente sus respetos a este senador que pasó más de tres décadas vinculado a la Cámara alta con la instalación de una capilla ardiente en el Capitolio, un honor reservado a una treintena de personas a lo largo de la historia del país.