El mismo día del velatorio de Matthew Shepard, miembros de la Iglesia Bautista de Westboro –conocida en EE.UU. por ser homófoba- levantaban pancartas en las que se leía "Matthew arde en el infierno" o "Dios no quiere a los mari$&#". Afortunadamente, los padres del joven asesinado, Dennis y Judy, no vieron los carteles. Estaban sumamente afectados por la muerte de su hijo y además, por las circunstancias en las que falleció.

El brutal ataque que recibió el universitario de 21 años, quien había declarado abiertamente su homosexualidad, fue uno de los gatillantes que motivó a la opinión pública a exigir un cambio en la legislación de Estados Unidos, para que entre los crímenes de odio se incluyera como motivo la orientación sexual de las personas. Shepard murió el 12 de octubre de 1998, después de varios días agonizando. La última vez que lo vieron con vida fue en un bar donde conoció a sus atacantes, Russell A. Henderson (21) y Aaron J. McKinney (22). Haciéndose pasar por homosexuales, sus asesinos se ganaron la confianza del joven y lo llevaron a un sitio eriazo, cerca de Laramie, Wyoming. Allí le robaron lo que tenía, lo torturaron y lo golpearon varias veces con una pistola en la cabeza. Un ciclista lo encontró atado a un cerco de madera. Al principio, según dijo, pensó que era un espantapájaros. Los médicos creen que Shepard habría pasado 18 horas así, malherido, a la intemperie. Tal escena llegó a ser comparada con una crucifixión.

Tal como publicó en esa fecha New York Times, la noticia de su muerte desencadenó muchas protestas, y "se convirtió en un símbolo de la violencia hacia la comunidad gay". Además, "avivó la indignación" por los crímenes de odio y se le pidió al entonces Presidente Bill Clinton acelerar los cambios legislativos al respecto. Esto finalmente se logró once años después, cuando el Presidente Barack Obama firmó la Ley de Prevención de Delitos de Odio de Matthew Shepard y James Byrd, Jr. –afroamericano asesinado por supremacistas blancos en 1998-. En ella, se incluyó a Ley Federal de Protección contra Delitos de Odio, a aquellos motivados por sexo de la víctima, su orientación sexual, su identidad de género o discapacidad. Antes, solo cubría los delitos basados en raza, color, religión u origen nacional. Henderson y McKinney fueron declarados culpables por la muerte de Shepard y condenados a cadena perpetua. 

Sin un lugar de descanso, hasta ahora

Las manifestaciones con pancartas que ofendían la memoria de Shepard tras su muerte preocuparon a sus padres, quienes decidieron conservar en su hogar las cenizas de su hijo, temiendo que si las dejaban en un cementerio, el lugar podía ser profanado. "No nos dimos cuenta de la cantidad de violencia y discriminación contra la comunidad gay hasta después de su muerte", ha comentado Judy

Pero después de décadas de deliberaciones, la familia ha encontrado un lugar que considera seguro, la Catedral Nacional de Washington, donde serán enterradas las cenizas el próximo 26 de octubre. El sitio, que desde el año 2013 celebra matrimonios entre personas del mismo sexo, pertenece a la Iglesia Episcopal de Estados Unidos y es "el lugar perfecto y apropiado" para que descanse Shepard, dijo su padre. "Su muerte fue una herida en nuestra nación", dijo la obispa de la Diócesis Episcopal de Washington, Mariann Edgar Budde. "Estamos haciendo nuestra parte para traer luz de esa oscuridad y sanación a aquellos que han sido tan a menudo heridos en el nombre de la iglesia".