Las elecciones legislativas del 6 de noviembre tendrán incidencia sobre múltiples ámbitos, pero especialmente en la Justicia de EE.UU., ya que los comicios pueden permitir al presidente, Donald Trump, culminar una remodelación conservadora del Tribunal Supremo que persista durante décadas.

Dos jueces confirmados para la corte más importante del país en menos de dos años es el registro de Trump desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, algo "muy inusual para un presidente", señaló a Efe la experta en Gobierno de la Universidad George Mason Jennifer Victor.

Trump logró en su primer año que la leve mayoría republicana en el Senado diera luz verde a su primer nominado para el Supremo, el juez Neil Gorsuch, y después, el pasado 6 de octubre, consiguió lo mismo para que Brett Kavanaugh, acusado de abusos, se pusiera la toga en el alto tribunal.

El Supremo está compuesto por nueve jueces con puestos vitalicios, actualmente 5 conservadores y 4 progresistas. Los magistrados son nombrados por el presidente y confirmados luego por el Senado, donde se necesita la mitad de los votos más uno, y si es necesario el desempate del vicepresidente.

Ahora, los republicanos ostentan una leve mayoría de 51 a 49 en esa cámara, pero esta ventaja podría ampliarse en las elecciones, lo que facilitaría la confirmación de jueces para el alto tribunal en un contexto en el que dos magistrados progresistas superan la edad media de jubilación de 78 años: Ruth Bader Ginsburg, de 85 años, y Stephen Breyer, de 80.

Según el experto en estudios constitucionales del conservador Instituto Cato Ilya Shapiro, si Trump sustituyera a estos dos jueces se acercaría a los récords modernos de Dwight Eisenhower (1953-1961), con 5 magistrados, y Richard Nixon (1969-1974), con 4.

"Si Trump logra reemplazar a los jueces Ginsburg y Breyer (...), eso inclinaría el tribunal significativamente a la derecha", comentó Shapiro, sobre una hipotética mayoría de 7 jueces derechistas, al tiempo que recordó que es Franklin Roosevelt (1933-1945) quien ostenta el récord histórico con 9 magistrados confirmados.

La polarización de la que se ha beneficiado Trump y que él mismo ha promovido desde la Casa Blanca ha provocado, en parte, que la nominación de jueces al Supremo se convierta en un tema relevante de campaña, opinó Shapiro.

"El Tribunal Supremo fue más importante en las elecciones presidenciales de 2016 que nunca antes en la historia moderna. (...) Esto se ha prolongado hasta las legislativas con el proceso de Kavanaugh que ha espoleado más los intereses en ambos lados", apuntó a Efe Shapiro.

Pero las nominaciones para jueces del Supremo no siempre estuvieron en primera línea de las campañas políticas en los comicios legislativos.

El politólogo de la Universidad George Mason Mark Rozell explicó a Efe que "los nombramientos judiciales han tenido tradicionalmente un impacto muy pequeño en las elecciones legislativas".

"Este año es completamente diferente, dada la reciente controversia sobre Kavanaugh y, especialmente, por el dividido Tribunal Supremo que puede ser desplazado hacia la derecha política con otro nombramiento de Trump", aseguró Rozell, quien incidió en que nunca antes estos nombramientos fueron "un tema tan prominente en la política electoral estadounidense".

El experto enfatizó que la hipótesis de que una sala más conservadora acabe con el derecho al aborto -amparado en el caso de "Roe contra Wade" de 1973- "ha intensificado el interés en los nombramientos presidenciales para la corte".

Rozell auguró que los nombramientos de Trump para el Supremo se convertirán en una de las herencias más importantes de su mandato.

"Es posible que el impacto más duradero y profundo de la Presidencia de Trump sean sus nominaciones judiciales -reflexionó-. Puede influir en la dirección del marco constitucional durante toda una generación. Aunque perdiera la reelección en 2020, sus nominados continuarán durante años".

Este aspecto aumenta la relevancia de esas designaciones, ya que, por ejemplo, no será hasta el año 2052 cuando Gorsuch, el primer nominado de Trump para el Supremo, alcance la edad que tiene ahora Ginsburg, la más progresista y de edad más avanzada de la sala.